“La mujer del César no sólo debe ser honrada, además debe
parecerlo”
Hay
quien le atribuye esta frase al propio Julio César, otros hacen de Plutarco su
autor, pero en definitiva se refiere a la imagen que un personaje público debe
mantener, tanto él como su entorno más próximo.
Ahora
nos venimos a la Niebla de hoy, avanzando en el tiempo pero retrocediendo en
valores político-sociales. Son esos “pequeños detalles” en los que nadie, o
casi nadie, repara pero que a veces nos dicen más que discursos grandilocuentes
aprendidos de antemano en casa. Tomemos dos ejemplos recientes y especialmente
sangrantes:
Caso 1.
Lugar:
salón de plenos del Ayuntamiento. Hora: de 12 a 16. Tema estrella: construcción
de una planta para quemar aún no se sabe qué pero que contamina. La imagen a la
que me refiero son trabajadores de nuestro consistorio que, ropa de trabajo
incluida, ocupan su asiento en ¿horas laborales? Las soluciones que se me
ocurren son varias y a elegir, cada uno que tome la suya:
- No
hay tanto trabajo como para tanta gente.
- Realmente
ése es su trabajo (como los “figurantes” del Carnaval de Cádiz)
- Van
a devolver al erario público las horas que no produjeron.
- Son “cursos
de formación continuada”.
- Etc,
etc,
Estas
situaciones son las que después explican las protestas de unos funcionarios que
compitieron pos sus plazas, están en su puesto, cumplen con su labor y que aguantan
las iras del usuario tengan o no razón porque “para eso cobran todos los meses”.
Caso 2.
Lugar:
Salón de celebraciones “Castillo de Niebla”. Tema estrella: boda de trabajador público y eventual del Ayuntamiento, en esta ocasión nuestro
concejal Francisco Vega. Siempre he dicho que estaba curado de espanto con nuestro
pueblo, pero realmente este caso me ha sorprendido por la persona… no sé si serán
las compañías, el sillón municipal u otra razón, pero cuando menos
sorprendente.
Retomando
el tema inicial de la apariencia, el uso privado del castillo es toda una
desconsideración para con los iliplenses, especialmente cuando años ha se les
cobraba por hacerse fotos en su interior, incluso no hace apenas un mes veían
dos niños de comunión su acceso prohibido por un supuesto “pleito con el
Ayuntamiento”.
Señor
Vega, la ejemplaridad debe ir desde el personaje público al ciudadano; en
nuestro estado de derecho se nos supone iguales en el fondo, pero también en
las formas. Ha sentado Vd. un precedente peligroso porque ¿Cómo negar a partir
de ahora una boda, bautizo, comunión, cumpleaños o cualquier tipo de
celebración familiar que solicite un iliplense? ¿Sería un agravio comparativo? Luego
algunos me tacharán de mentiroso públicamente (hablar es fácil, argumentar no tanto), se indignarán cuando más real
que irónicamente se les denomine “El dueño del Castillo”. Las pruebas son
evidentes: o la justicia de este país se ha vuelto rápida en sus resoluciones o
el famoso “pleito con el Ayuntamiento” era una mentira con la que disponer del
patrimonio a su antojo.
Si
las condiciones de uso del Castillo han cambiado, porque lo de la boda es de
todo menos turístico, podrían haberlo avisado que para eso el presupuesto en
publicidad ha subido en 12000 euros.
Así nos
va…