“Mis curas, mis amigos”. Con estas palabras titulé un artículo para la revista de la Virgen del Pino en 2005 (creo recordar).
Hoy 6 años después puedo decir con toda rotundidad y orgullo que acerté de pleno. Niebla no tiene solamente curas en su iglesia, tiene amigos de todos y cada uno de los iliplenses; incluso aquellos que han ido pasando de visita, de “prácticas”, etc. los miembros del Verbo Divino han dejado una huella imborrable en nuestro pueblo.
Ayer mi amigo Juan de la Cruz me lo dijo, hoy desayuno con Minidiálogos y el café de repente parece como si no hubiese recibido las dos cucharadas de azúcar: amargo. Es un momento que, por temido, no deja de ser esperado, el obispado propone al Verbo Divino dejar Niebla y Villarrasa para desplazarse a otras parroquias cercanas. Evidentemente mi primera reacción es personal, egoísta; siento que voy a perder el contacto frecuente con Carlos y su conversación divertida, inteligente y, utilizando un término muy suyo “motivadora”, porque en cada momento sabes hacerme la pregunta chispa, como yo la llamo, esa que me obliga a buscar, investigar, ir al archivo, preguntar y buscarme la vida para responderla. Igualmente siento que voy a perder la mano tendida y sincera de Marcelino o la sonrisa franca y contagiosa de Varghese (mira que es difícil escribir tu nombre sin equivocarme), tampoco puedo evitar pensar en ese cura-periodista que dejó su impronta personal en tantos paisanos de nuestro pueblo, Modesto.
Sé que aunque os vayáis no perderemos el contacto, pero Minidiálogos ya no será lo mismo, el mejor cotidiano de la vida iliplense. De reojo buscaremos en los múltiples eventos sociales de Niebla el objetivo de la cámara de Carlos, al fin y al cabo nuestra vanidad personal se siente más que satisfecha cuando aparecemos en el mejor blog de referencia nieblero.
Quisiera extenderme mucho más, pero como me enseñó mi iniciador en los blogs (otra vez Carlos), no podemos cansar a nuestros lectores. Hoy por hoy el único consuelo que me queda es el de compartiros, porque me consta que si nos dejáis, otras muchas personas van a beneficiarse de vuestro buen hacer, de vuestra honestidad, claridad de palabras y acciones, en definitiva de vuestro espíritu misionero.
Sean estas palabras un amago de reconocimiento y de afecto hacia todos y cada uno de vosotros, os haya tratado personalmente o de oídas. Seguid así amigos y curas míos. Un cariñoso saludo.