SAPERE
AUDE, o lo que es lo mismo “Atrévete a saber”.
Es
el lema de la Universidad de Huelva y hasta hace relativamente poco no me había
detenido a leerlo, de hecho ha sido a raíz de un comentario en clase. Me parece
toda una declaración de intenciones, una motivación magnífica.
Somos
animales acomodados, nos viene muy bien dejar pasar la vida si esta no nos va
excesivamente mal, ¿para qué preocuparme si de esta forma soy feliz?
La
consecuencia inmediata la podemos ver en nuestro día a día: las discusiones
sociales giran entorno al partido del Barcelona, el Madrid o el Recre (que este
año se sale); los programas más vistos en la tele Gse centran en “entrevistamos
a la madre del otro hijo de alguien que actualmente está saliendo con Chabeli”
(de esta misma tarde, vamos). Cierran canales de televisión por no desinformar
demasiado. Y lo más triste de todo es que nos acabamos creyendo lo que nos
cuentan: que con la que está cayendo pagar 100 millones de euros por un
futbolista va a hacerte más feliz porque eres del Madrid; que los problemas
sentimentales de semidesconocidos van a solucionar los nuestros…
Alguien
no hace mucho me dijo “el conocimiento da el poder”, en cierto modo es así. El
conocimiento hace que seas libre en tus decisiones, que tengas criterio propio,
que tus errores sean propios (al igual que los aciertos), que seas capaz de
elegir lo que te hace feliz y lo que no… y está ahí, al alcance de la mano; no
tiene porqué ser forzosamente desde la Universidad.
La
propia inquietud debe motivar en la búsqueda de la razón, de tu verdad. Tenemos
miles de herramientas que nos pueden ayudar, sin ir más lejos internet, con un
uso razonable del mismo nos ofrece toda la información que necesitemos, pero
hay que aparcar las conversaciones sin fundamento y volcarnos en preguntas más
necesarias y con fundamento: ¿PORQUÉ? de esta forma comienza el camino, no es
fácil, no es inmediato, pero es gratificante.
Hay que
romper los esquemas preestablecidos durante años y asumidos como ciertos porque
siempre han sido así, hay que equivocarse multitud de veces y rectificar otras
tantas para terminar forjando ideas propias; y todo eso se consigue con
elementos de juicio, cuantos más mejor, con diferentes puntos de vista, para
comparar unos y otros, para coger lo mejor de cada uno.
En
definitiva hay que abrir ojos, oídos y mente, escribir tu propio libro y como
dice el lema:
SAPERE
AUDE
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