Todavía con ese regusto agridulce que deja la última arriá y el “¡ahí queó!”
Como el año pasado, me dispongo a dar un repaso a uno de los días más importantes del año para mí, el Miércoles Santo.
Dejadme que comience con una cita que he oído en la radio “nos ven porque salimos, no salimos para que nos vean”. Siempre he defendido que todo el esfuerzo que se realiza durante un largo año es, en definitiva, y con los matices personales de cada nazareno, penitente, costalero, acólito, monaguillo, vestidor, camarista, diputado de tramo, aguador, pertiguista, etc. etc. una pública manifestación de fe, luego vendrán los matices; los más escépticos nos tacharan de flokloristas, los más radicales de poco serios, obviamente hay quien nos contemplará indiferentes o ni siquiera eso, simplemente sus preferencias son otras, totalmente personales y respetables.
Pero desde mi privilegiada atalaya de capataz puedo saborear o al menos intuir multitud de sentimientos. Es de esos sentimientos de los que os quiero hablar.
Este Miércoles partía con la lógica duda de la lluvia, todas las previsiones auguraban lo mejor, pero apenas en la calle, cuando todavía sonaba Nazareno del Valle, la marcha de salida, Sebastián Breva (hijo) me suelta -¿y ahora qué?-, mientras con la mano seca unas minúsculas gotas de lluvia que se estaban posando en el paso; por no mentar ruina ni contesto, luego supe que fue tan suave y corta la lluvia que muchas personas ni la notaron; aún así bastó para realizar repetidas miradas a las nubes en lo que quedaba de luz diurna.
La procesión está cargada de simbolismo por todas y cada una de sus partes, intentar exponerlas toda sería una locura, pero si voy a mostraros algunas de las sucedidas ayer, otras me las guardo para mí.
La primera es la elección de las marchas, como no podía ser de otra forma ni en otro lugar, el primer relevo de costaleros se hace en la puerta de Sebastián y la primera llamá con toda la prudencia del mundo visto lo visto el año pasado. Costalero de pasión se estrena oficialmente en la calle, como en el disco reza “dedicada a la cuadrilla de costaleros de Padre Jesús Nazareno de Niebla”. Primeros corazones rotos y lágrimas de impotencia por no poder estar en su pata; “derecha adelante, Fali, con mucho cariño” No obstante, el sacrificio de un patero ha servido para que otro pueda realizar su promesa y agarrarse a la pata delantera durante todo el recorrido; que tu oración de esfuerzo tenga recompensa amigo, la tuya y la del taco de tercera.
Llamás, chicotás y revirás, una tras otra poquito a poquito van haciendo camino; sabiendo que la Agrupación viene como todos los años: cumpliendo con nuestras peticiones y con sus deseos, no sé cómo se lo montan, pero todos los años acaban metiendo dos o tres marchas más simplemente “porque había mucha gente en esa esquina”.
Llegamos a San Martín y toca esperar a la Señora.
Cuando las coincidencias se suceden dejan de ser cosas del azar y en este momento está sucediendo; os lo explico, mientras escribo tengo puesta la televisión local de Huelva y está entrando la Virgen de los Dolores en Gran Vía con La Madrugá (en mi opinión la mejor marcha de palio del mundo), me consta que en el paso que la precede despliega todo su arte mi boquilla y otros costaleros iliplenses. Un abrazo cofrade para Pepelu y los costaleros de Oración que se pueden desquitar este año. Si os pregunto con qué marcha hizo la calle Real nuestra Virgen de los Dolores no tengo ni que esperar respuesta, ayer La Madrugá colocó a la Señora en lo alto de San Martín, para acompañar a su hijo a sones de La Pasión. De reojo y casi en secreto no puedo evitar buscar al flautín, me hubiera encantado escuchar Rocío, pero años quedan y ganas también.
La calle San Miguel vuelve a ser mi rincón costalero, Sebastián arriba, a disfrutar de su gente aunque sólo sea un ratito, una chicota que se hace corta por bella e intensa, reconozco que desde hace un par de años soy yo quien se despega del paso para ver subir con ese andar cansino de quien porta una pesada cruz, pero nuestro capataz es demasiado responsable (gracias a Dios) como para relajarse un minuto. Desde aquí espero que aunque solo haya sido unos minutos puedas comprobar el resultado de un buen trabajo de ensayos invernales.
Un relevo sigue al siguiente, saetas desde balcones (este año cuatro), por emblemática y referente la de la casa del artista de la gubia, Manolo Peña, que ha moldeado la obra de arte que nos deja pasear todo los años, preocupado en las salidas y entradas por la integridad de su obra; se me antoja que no tendremos salidas suficientes para agradecerte tu labor.
Saludo obligado a la imagen que procesionó sobre nuestros hombros durante diez años, misma devoción para un mismo titular, poco antes Juan ha ”colgado el costal” de la mejor forma posible, viniendo desde su paso a dar una última chicotá con sus dos hijos bajo Padre Jesús; gracias por tus años de costalero y por los que nos dejas en las piernas de tus sucesores.
La calle Altozano no se puede hacer más que a sones de Costalero, una pará sobre los pies, como sincero y sencillo homenaje a nuestro hermano costalero del cielo que desde allí sigue empujando en la trabajadera de la dolorosa.
Llegamos a casa, de nuevo la saeta casi cierra el telón, pero queda una marcha más Costalero de pasión, en un mutuo homenaje, la Agrupación nos la brinda de nuevo, nosotros le entregamos una revirá y nuestro sincero aplauso.
Se me van a quedar muchas cosas en el tintero, algunas intencionadamente otras simplemente por premura, pero me gustaría mencionar a una familia que me ha acompañado durante dos años en la trasera de Padre Jesús, vosotros sabéis quienes sois y que mi última llamá partió desde el cariño que todos y cada uno de los costaleros y capataces, por ser un ejemplo de lucha y devoción os acompañaré todos los años que me necesitéis.
Gracias valientes, por darme otro año de gozo e ilusión, tendría palabras para cada uno de vosotros los “artistas de la trabajadera” que cada Semana Santa engrandeceis más nuestra fe.
¡TOS POR IGUAL VALIENTES!