Cada uno tiene sus vicios, y desde pequeño, no me dio ni
por fumar ni por el fútbol (entre otros), ojo totalmente respetables… bueno el
de fumar no, realmente odio el tabaco.
Confiteor Deo
omnipotenti… que un grupo de hojas encuadernadas y con un título sugerente
me llaman más que el “partido del siglo” que todos los años se celebra un par
de veces al menos. ¡LOS LIBROS! Siento una atracción irrefrenable hacia las
librerías, sin concretar, evidentemente cada uno tiene sus preferencias, pero
el olor, el peso, el tacto, incluso diría que el sabor de un buen libro no
tiene precio.
Todo viene a que siempre que paso por alguna librería no
puedo evitar detenerme, de esta forma hace unas semanas me tropecé con una
pequeña joya que no esperaba. Os sitúo, ojeando las publicaciones me dirijo al
rincón donde suelen estar las dedicadas a nuestra provincia: El
leblí, de Ricardo Sánchez, aderezado en portada con una foto de un texto
sobre pergamino; o mucho me equivoco o va de Niebla… tan sólo hay que darle la
vuelta y leer la sinopsis.
Las tribulaciones de un iliplense del siglo XIII que vive
la conquista de Niebla. Recreando maravillosamente una Lebla musulmana que pudo
haber sido, no deja de ser una novela y como tal debe leerse, con lo que mi
consejo es relajarse y buscar lo literario más que lo histórico. De lectura
sencilla y rápida; aquel que tuvo el privilegio de anticipárseme en su lectura
ya le sacó provecho, bombardeándome a preguntas, luego yo y tras de mí otra de
mis críticas preferidas.
Muy recomendable, esta obra de Ricardo Sánchez merece
estar en nuestras estanterías para ser releída varias veces.
No puede dejar de reconocer que me quedó un pequeño regusto amargo al
final, no por la novela en sí sino por el tema a tratar que era uno de los
finalistas para mi futura novela (sin prisas).
Hace dos
días una llamada telefónica me volvió a sorprender, pero eso es harina de otro
costal con la que se horneará un delicioso pan.
¡No os
lo perdáis!
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