“Yo También
soy culpable”. Del horroroso delito de pensar, le duela a quien le duela.
Sirva
esta entrada como homenaje a los asesinados escritores de CHARLIE HEBDO.
Siempre se ha dicho que las palabras pueden herir más que las armas, pero 12
muertes me hacen dudar mucho de tal aseveración, lo que sí me congratula es la
reacción generalizada de todas las personas “normalmente civilizadas”;
reacciones de asco, repulsa, rechazo inmediato, de indignación ante estos hijos
de p… que no saben expresarse de otra manera que con sangre.
En la “mili”
decíamos que las armas las carga el
diablo y las dispara un gilipollas, pero en este caso son dos demonios los
que las cargaron y dispararon. Utilizo intencionadamente el término demonio
porque es común a muchas religiones; hay quien equivocadamente querrá ver en
esta masacre un atentado terrorista de carácter religioso, pero no existe
religión que justifique tal inhumanidad, habrá quien querrá aprovechar la
coyuntura para atacar al Islam (por infieles y asesinos) o incluso al Cristianismo
(porque todas las religiones son medievales), ojo, son argumentos leídos en
esas redes sociales donde proliferan los “pseudofilósofos del corto y pego”, o
comparto, que es lo mismo. Un delincuente lo es independientemente de hacia dónde
y a quién rece.
Hoy,
naturalmente, estamos en estado de shock; pero esto no es más la gota que colma
el vaso, el sobrepasar la línea roja. Porque se ha producido en un país del “Primer
Mundo”, donde supuestamente las vidas humanas valen más que en África, Asia o
Latinoamérica; pero no nos engañemos, los crueles asesinatos de París son, en
definitiva, la opresión y la censura llevada a sus límites más deleznables. El “tapar
las bocas que disienten” es una medida muy común en esta Europa tan moderna y
civilizada.
A
todos los niveles nos podemos encontrar un “terrorismo de baja intensidad”, un
término que me gusta más bien poco por quien fue instituido (Aznar en un
intento de disimular los problemas del país que gobernaba), pero que puede
venir al caso si aceptamos lo de Francia como un acto terrorista.
Continuamente
vemos intentos de censurar a todos aquellos que piensan y lo manifiestan en voz
alta; sin ir más lejos se ponen sanciones desorbitadas a los que se manifiestan
contra los desahucios, se aprueba la famosa “ley mordaza”, se utilizan
televisiones regionales públicas como escaparates electoralistas y tapaderas de
corruptos y delincuentes. O si bajamos a las profundidades más obtusas y
catetas podremos encontrar rimbombantes “Gabinetes de Prensa” que publican lo
que su amo les dice y censuran y vetan a las voces discordantes.
Salvando
las enormes distancias entre los hechos franceses y los desmanes locales sólo
me queda decir:
YO
TAMBIÉN SOY CULPABLE DE PENSAR… PERO LO SEGUIRÉ HACIENDO EN HONOR A LOS QUE YA
NO PUEDEN.
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