Con estas líneas quisiera poner “punto final” al cúmulo de despropósitos que se sucedieron en nuestro templo de Santa María, pero la experiencia me ha enseñado que es muy difícil dar nuestro brazo a torcer, que reconocer los propios errores es tarea de titanes. Además en éste caso concreto la persona a la que me he referido en todo momento, Manuel Labrador Moya, es reincidente en el uso indiscriminado de sus “opiniones históricas sin fundamento” por lo que temo, y así lo he titulado, que esto no sea más que un “punto y aparte”; hasta la próxima ocasión en la que su afán de protagonismo o su malintencionado uso de nuestra historia lo vuelva a encumbrar en el universo de los ignorantes.
Sr. Labrador, no sé si me estará leyendo en este blog, tampoco sé si alguno de esos acólitos suyos que le ríen las gracias interesadamente se lo habrá comunicado, pero no se preocupe, porque le haré llegar personalmente una copia impresa de todo lo vertido en mi blog, de esta manera no podrá alegar ignorancia la próxima vez. Incluso hasta puede que me llegue a convencer de alguna de sus asertaciones con fuentes fiables.
De lo que estoy seguro no va a convencerme es de:
- Sus intenciones. Claramente políticas contra un Ayuntamiento con el que no está de acuerdo en un hecho puntual ya que en cuanto a su labor de los últimos años creo haberle escuchado en la Plaza de la Feria “yo soy uno de tus votantes” dirigiéndose al Sr. Viejo.
- El momento y el lugar. Eligió el peor lugar para hablar de política, la iglesia, probablemente envalentonado por el micrófono y por la presencia de numerosas personas, entre las que me encontraba, no obstante y aunque le pese, la mayoría estábamos allí por escuchar al Sr. Pareja Obregón, no a Vd.
- Las formas. Es curioso que en la presentación de un pregonero de la Virgen del Rocío no se refiera a ésta, corríjame si me equivoco, pero yo al menos no escuché ni una sola vez en su discurso su nombre, puede que como resultado del fruto de mi indignación, pero lo que sí puedo asegurar es que mi sensación es que Vd. se dedicó más a presentar a Alfonso X que al pregonero. También sobre las formas quiero llamar la atención al tortuoso camino que utilizó para hacer aparecer en escena al rey castellano y utilizarlo como arma arrojadiza contra el actual consistorio.
- La falta de respeto hacia el pregonero. Primero por no presentarlo como es debido, de hecho él mismo le corrigió al principio de su pregón reconociendo que no es cantante. Segundo y más flagrante es la forma de presentarlo. Podría haberle sugerido algunas como “les dejo con el pregonero…”, “con ustedes el pregonero…”, “espero que disfruten de las palabras del pregonero…”, “a continuación el pregonero…” (véase que la palabra pregonero se puede sustituir por el nombre completo del Sr. Pareja Obregón, o incluso añadírselo), y un larguísimo etcétera. No obstante Vd. eligió otra más alternativa “HE DICHO”, me parece todo un derroche de prepotencia, soberbia, egocentrismo y falta de respeto hacia quien presentaba y hacia la Hermandad que confió en sus palabras
Pero todo no van a ser quejas, no tengo más remedio que agradecerle la puesta a punto que he tenido que realizar para escribir estas crónicas, ni se imagina la de horas que he invertido repasando y revisando bibliografía sobre aspectos puntuales de la historia de mi pueblo, gracias a Vd. he releido muchos documentos que casi tenía olvidados.
Para finalizar quisiera darle un consejo, pero no es mío, es del filósofo chino CONFUCIO:
“SABER LO QUE UNO SABE QUE SABE Y SABER LO QUE UNO SABE QUE NO SABE, ETE AQUÍ EL COMIENZO DE LA SABIDURÍA”
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