Algunos me habéis indicado, no sin algo de razón, que estoy tirando por tierra nuestra historia, convirtiéndola en leyenda. Especialmente me ha gustado el comentario de mi gran amigo y compañero de fatigas en la Hermandad, Antonio Bonilla, quien se despachó el otro día con un “Clodio Fabato se está revolviendo en la tumba”. Como sé que estás especialmente dolido por desmitificar a nuestro centurión, te dedicaré este artículo, que es todo lo contrario, es decir, quiero reivindicar una situación que tradicionalmente se había atribuido a otra localidad y que las últimas tendencias nos la aproximan a Ilipla.
Comenzaremos con la traducción de un texto de Tito Livio en su obra sobre la historia de Roma desde su fundación, Ab urbe condita libri; en su Volumen VI, libro XXXV nos cuenta:
“Estas acciones las llevó a cabo Escipión cuando era pretor. Ya como propretor atacó a los lusitanos cuando marchaban de vuelta su país con un botín muy cuantioso tras haber devastado la provincia ulterior. Libró un combate de resultado incierto desde la hora tercera hasta la octava; estaba en inferioridad numérica pero llevaba ventaja en otros aspectos, pues combatió con hombres en formación compacta frente a una columna estirada y obstaculizada por el tropel de animales, y con soldados descansados frente a otros agotados por la prolongada marcha. El enemigo, en efecto, había salido al tercer relevo de la guardia, y a la caminata nocturna se había añadido otra de tres horas durante el día, sucediendo el combate a la fatiga de la marcha sin haber tenido ni un instante de reposo. Por consiguiente, al comienzo de la batalla tenían algunas fuerzas físicas y anímicas, y en un principio crearon desconcierto entre los romanos; después, la lucha se fue nivelando gradualmente. En esta comprometida situación el pretor prometió con votos unos juegos a Júpiter si derrotaba y hacía trizas al enemigo. Al fin los romanos pusieron mayor brío en su empuje y los lusitanos cedieron terreno y luego emprendieron una franca huida; los vencedores persiguieron de cerca a los que huían, y resultaron muertos entorno a los doce mil enemigos, cayeron prisioneros quinientos cuarenta, casi todos jinetes, y se capturaron ciento treinta y cuatro enseñas militares. El ejército romano perdió setenta y tres hombres. La batalla se desarrolló no lejos de Ilipa, ciudad a la que regresó Publio Cornelio al frente de su ejército victorioso y cargado de botín. El botín quedó todo expuesto delante de la ciudad, y se ofreció a los propietarios la posibilidad de identificar sus pertenencias; se le entregó al cuestor lo que quedó para su puesta en venta, y el producto de la misma fue repartido entre los soldados”
(Traducción de J.A. Villar Vidal)
Tito Livio
Os lo explicaré como si fuese un comentario de texto, no con la profundidad de un examen pero visto el nivel de exigencia que he conseguido de mis incondicionales lectores, casi. Por cierto, agradeceros una vez más el esfuerzo de leerme.
Tito Livio está narrando la batalla que tuvo lugar entre Lusitanos y romanos en el año 194 a.C. Las tropas romanas, dirigidas por Publio Escipión Nasica vienen persiguiendo a las tribus lusitanas, cuyo principal aporte económico se nutre de los saqueos que realizaban en las tierras más fértiles del valle del Guadalquivir. Tito Livio nos dice que tuvo lugar cuando volvían a sus tierras (más o menos en el actual Portugal) y acababan de cruzar la Ulterior, una de las provincias en las que Roma dividió Hispania. CAMPOS, GÓMEZ, PÉREZ y VIDAL TERUEL plantean que la frontera o limes de la Ulterior estaría situada en el Guadalquivir, a lo sumo en el Guadiamar, que además el camino más rápido dadas las características del terreno y por disponer de vías de comunicación en perfecto funcionamiento sería la Tierra Llana, con Tejada y Niebla como ciudades más importantes.
Escipión "El Africano"Tradicionalmente se ha atribuido la batalla de Ilipa a Alcalá del Río, pero sus argumentos son más débiles (o así lo pienso yo), ya que su distancia con la frontera ulterior es excesiva y la proximidad con las tierras lusitanas haría menos probable un ataque romano, más apoyado por ciudades con guarnición propia como es el caso de Ilipla.
El principal argumento en contra lo tendríamos en el nombre de Ilipa, pero podría ser simplemente un error de transcripción, sobre todo si tenemos en cuenta que debe venir de un nombre indígena anterior y que estamos hablando de principios del siglo II a.C., es decir, cuando todavía no se ha conquistado toda la Península Ibérica, con lo cual el nombre romano tampoco estaría muy asentado. De hecho si esta teoría fuese cierta, estaríamos leyendo la primera referencia romana de nuestra ciudad. Es más, y como estuve hablando con Tomás, existen varias “Ilipas” en la Península Ibérica, lo que nos dice que es un nombre con un significado más o menos común, lo mismo que sucede con los vocablos árabes Alcalá o Medina, numerosos en España.
Algo que también me hace pensar en que fuese Niebla y no Alcalá es el hecho de que los propietarios del botín pudieron acercarse a identificar sus pertenencias, esto sólo podría ser posible en un lugar con buenas comunicaciones y Niebla ya estaba perfectamente unido con Itálica y el valle del Guadalquivir, de hecho, nuestra situación es la principal razón de ser en el devenir histórico de Niebla.
Así pues y para compensaros de la decepción de Fabatus, os conmino a defender que la batalla de Ilipa tuvo lugar en las cercanías de Niebla en el año 194 a.C.