Esta mañana, durante el post-desayuno estábamos viendo la tele a petición (insistente hasta el hartazgo) de Gonzalo; lleva toda la semana contándonos la historia de San Sebastián y de la procesión que se hace en Huelva a su santo patrono. Igualmente nos ha cansado con sus explicaciones sobre los “palmitos”. En definitiva, hemos visto el comienzo de la procesión, al menos hasta que la llamada de los clicks de playmobil ha podido más que su curiosidad folclórico-cultural.
Toda esta situación me ha llevado a dos situaciones distanciadas en el tiempo. Comenzaré por la más próxima, la de felicitar a mis amigos “sebastianes”, especialmente al que me inició y formó en el mundo cofrade, Sebastián Breva, que me consta es lector asiduo y comentarista ocasional de mi blog. SEBASTIÁN es uno de esos iliplenses de adopción y residencia que, en una parte de su vida, ha hecho por nuestro pueblo más que muchos niebleros en la totalidad de la suya; gracias y felicidades amigo.
La segunda y más extensa me retrotrae a mi infancia, cuando la bollería industrial y perfectamente embalada era una “rara avis” y los caprichos de los niños tan simples y naturales como los PALMITOS, todo un manjar que ningún edulcorante o sabor artificial ha podido conseguir aún.
El Chamaerops humilis (este es su nombre latino) es una de las dos palmeras autóctonas europeas; por desgracia está desapareciendo poco a poco de nuestros campos, de hecho ha sido necesario proteger la recolección de sus frutos. Antiguamente… me encanta esta expresión, más que hacerme viejo me hace sentirme conocedor de la vida por la vía de la experiencia; como digo, antiguamente se utilizaba la palmera para deslindar terrenos de cultivo, crecía salvaje en eriales, riberas de arroyos o montes bajos, en definitiva era muy común en nuestro paisaje mediterráneo. Esta profusión hacía que el salir al campo con un “escardillo” (azada pequeña) y un pico para sacar palmitos fuese una actividad común en las casas iliplenses.
Luego vendrían en el patio del colegio los piques “a ver que palmito tenía más abuelas”. Hoy, con unos años de por medio no puedo más que reconocer cómo el ritual de comerse un palmito era todo un símbolo de lo que supondría la vida después: duro trabajo (pelándolo) para conseguir una recompensa (las abuelas y el centro) que, a veces era casi inexistente o tan exigua como para pensar que mereciese la pena tanto pelar y pelar.
Con estos sabores de tiempos pretéritos quiero reiterar mi felicitación al amigo Sebastián, de paso y ya que él tiene la suerte de vivir en Niebla una petición: “a ver si buscas un par de palmitos y nos los comemos a tu salud”.
No he encontrado una foto mejor, aunque esta no es mala ¿verdad?
No he encontrado una foto mejor, aunque esta no es mala ¿verdad?
Querido amigo:
ResponderEliminarAver si te pones o te recargas las pilas y le das mas actividad a tu blog.Yo como asiduo suelo entrar casi a diario, a echar una miradita como suelo hacer con algunos periodicos deportivo buscando siempre las novedades, pero curiosamente (y no es hacerte la pelota)siempre entro en este blog y algunos mas que ya tu conoces o te imagina, a ver las novedades o la informacion que por cierto es poca pero bueno.Aunque a mi como ya te comente en varias ocasiones me gustan los debates, porque me divierten y aparte tambien suelo cojer los mensajes que en ellos se dicen son pocas las veces porque mayormente son criticas, que ¡oye! tambien se aprende ¡eh!aunque siempre es lo mismo.
Queeee eso tioooo, que nos interesa o mejor dicho que me interesa y me gusta la historia y sobre todo la nuestra.
Una sugerencia: como por lo visto nadie informa de nada de lo nuestro (me refiero a la actualidad de nuestro pueblo) porque tu de vez en cuando metes una cuña de lo mas destacado porque se que tu si que estas al dia de todo aunque no estes aqui.Por ejemplo ¿porque no empiezas informandonos un poco del ultimo descubrimiento o hallazgo del mosaico, seguro que tu tienes ya hasta fotos.
Que lo que te digo te de alas pa seguir con mas entusiasmo en tu blog que sabes que tienes muchos seguidores.
Un abrazo amigo.
Ay, Pelayo, también yo me he acordado de los palmitos, lo tenía requeteolvidado. Me encanta que nos reavives esos recuerdos.
ResponderEliminarBesos apretaos.
Jana, guapa, cuando hablo de sentimientos en mi blog tienen cabida todos los sentidos, en este caso el paladar puede conseguir llevarnos al patio del colegio. Tú sabes como yo, que Niebla hay que vivirla desde todos los ámbitos y con todos los órganos de nuestro cuerpo.
ResponderEliminarBesos apretaos