Quizás deberíamos cambiar el calendario y comenzar el año
en septiembre, con las pilas cargadas, recién llegados de las vacaciones y con
todos los proyectos a punto, luego la mayoría se quedarán en eso, en proyectos,
pero hay que apuntar alto para llegar al menos a medio camino.
Hace muy poquito una lectora me reprochaba desde el
cariño que tengo muy parado el blog… mea
culpa, pero no es más que un descanso para coger fuerzas; ahora bien, si
algo me encantó de nuestra apresurada conversación (a ver para cuando una con
tiempo) fue una expresión que, con tu permiso, voy a utilizar hoy… “subirse al
escenario”.
Todo va relacionado con lo personal y lo críticas que
puedan ser mis opiniones, evidentemente y como he razonado en multitud de
veces, son propias y, como las lentejas, el
que las quiere las toma…. Pero para poder expresarte con libertad, sin
miedos, abriendo tu mente y en muchas ocasiones tu corazón hay que subirse al
escenario del mundo cotidiano, con lo que esto supone: exponerte públicamente:
A los aplausos o a los tomates, al pulgar
hacia arriba o hacia abajo, a la gloria o a los leones, al me gusta o al te
odio… incluso a la indiferencia.
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