Odio los
discurso que comienzan “un año más…”, porque no es verdad, ningún año es igual
al anterior, siempre hay matices que los diferencian y hacen únicos.
La
mecánica puede ser la misma: la noche antes de mi “Miércoles Bendito”, me
siento delante del ordenador cuando el silencio se adueña de la casa, nos
quedamos solos el croquis con las calles y las marchas, el cuadrante de los
relevos y mis sentimientos, de fondo, suavito, voy oyendo mis sones preferidos,
Costaleros de Pasión, La Pasión, Judería
Sevillana, Consuelo Gitano, Reo de muerte….
Ya
está todo listo, horas antes me he estado peleando con los relevos porque me
faltan calles y horas de procesión para poder compensar a mis valientes como se
merecen, porque su felicidad es la mía, verlos disfrutar en su palo me llena de
sana envidia. Aún queda ese regusto agridulce que te da la sensación de
equivocarme, porque nos equivocamos, todos los años, intentando ser lo más
justos posible, bien sabe Padre Jesús que lo intentamos. No se puede contentar
a todos, pero ahí sale la grandeza de sus corazones, incluso pensando que su
papel es injusto se fajan, y se entregan como si les fuera la vida en ello. El costalero
de verdad no se da golpes en el pecho para que lo vean; los costaleros del
Nazareno de Niebla golpean su morrillo con la trabajadera en el silencio de las
zambranas y echan el pie adelante, con la elegancia que sólo ellos saben
hacerlos.
Repaso
uno a uno los nombres, todavía me sorprendo cuando creo que me he saltado el
que a última hora se quedó por el camino, hermano costalero, tu empuje lo
sentirán igualmente las cuatro patas, cuando aprietes los puños y los dientes
desde alguna esquina de Niebla al grito de ¡“tos por iguales valientes”!, quizás
el año que viene, quizás el otro, pero lo que no te van a quitar son las
chicotás dadas bajo el Nazareno hasta hoy.
Este
año no voy a nombraros en mi escrito, porque prefiero decíroslo desde el
costero, en voz baja, para ti, para mí y para Padre Jesús; en cualquier revirá,
en la más simple calle, cuando acaricie la madera y acerque mi boca a los
respiraderos para susurrarte “échale cariño, valiente”.
Estas
son mis armas: mis palabras; quizás mi espalda ya no pueda disfrutar de la
caricia de la trabajadera, pero sí que puedo hacer salir los sentimientos con
los halagos y piropos que merecen mis costaleros. Ya me bullen en la cabeza las
ideas para alguna levantá, luego saldrán o no, otras se improvisan sobre la
marcha. De momento las imágenes se agolpan de dos en dos: la mano y el
martillo, la faja y los riñones, las zapatillas y el racheo, el costal y el
sudor, los hombros y el quejío, la música y el mecer de la túnica, la mirada
del Nazareno y las lágrimas, la sonrisa y el abrazo,…
Descansad
chavales porque llega vuestro día grande, mañana no habrá lluvia que os lo
impida, coged vuestro premio que no es otro que poder rezarle a Padre Jesús la
mejor de las oraciones, hecha a compases de música, trabajo y silencio cofrade.
No me queda más que daros las gracias por todo lo realizado hasta ahora, los
fríos, los sufrimientos, los palos que se quedan “cojos”, los tacos que nos
cambian de palo, el abandono de vuestras familias durante horas, tantas y
tantas cosas que no voy a decir porque son nuestras.
¡Vámonos
los tíos! ¡A romper las calles de Niebla!
amigo pelyo tengo tantas cosa que decirte y agradecerte que cuando tengo ocasión de hablar contigo me quedo en blanco sólo te digo que con tanto corazon que le pones el cariño que le trasmite haces que esos pies de nuestro nazareno lo lleven con tanta elegancia por eso amigo nuestro nazareno supo a quin escojer de capataces como Sebastian Breva y Pelayo Castillo gracias por ser como soy de una nazarena henorabuena rocio garcia
ResponderEliminarMuchas gracias Rocio, es muy fácil ser capataz en Niela con los artistas que lleva Padre Jesús. Gracias igualmente por tu silencioso apoyo tras el Padre.
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