Seguiremos
desgranando nuestra historia iliplense conforme nos vayan apareciendo noticias
cuando menos curiosas.
En
esta ocasión le toca a un edificio emblemático de nuestra localidad, el
Hospital de Nuestra Señora de los Ángeles. Un edificio que ha pasado por
múltiples usos a lo largo de los últimos años, la última centuria nos
atreveríamos a decir. Pero que en este caso lo que nos motiva a realizar esta
nueva entrada es una pequeña anotación en los libros de actas capitulares que
nos dan algunas pistas que sumar cual granos de arena a la montaña de la
Historia y el Patrimonio iliplense.
Vaya
en primer lugar la transcripción del acta de cabildo del 1 de febrero de 1717,
es decir, hace poquito más de 300 años:
En la villa de Niebla en primer día del
mes de / febrero de mill setecientos y dies y siete años. Se juntaron a / cabildo sus mercedes, el señor don Gonzalo
Francisco de Torres y Men- / doza, abogado de los Reales Consejos, Corregidor y
Justicia Mayor y Ca- / pitán de Guerra desta dicha villa, su condado y villa de
Trigueros. / Don Francisco Domínguez, Alcalde Ordinario, don Francisco de Bides
/ Jurado, don Manuel de Arjona Muriel, don Juan Francisco / Pacheco y don
Antonio Jurado, regidores, y estando juntos / acordaron lo siguiente:/
No
todos los miembros del Cabildo tenían porqué asistir siempre, era necesaria la
presencia de uno de los alcaldes ordinarios, un mínimo de los regidores y,
dependiendo de los temas a tratar, era necesaria la presencia de cargos
específicos, tales como tesorero, secretario, familiar del Santo Oficio, etc.
Quisiéramos
igualmente hacer un inciso en la expresión…desta
dicha villa, su condado… Evidentemente no habría nada más que añadir, pero
Niebla era cabecera de “su condado” desde 1368, continuaba siendo “su condado”
en 1717, en documentos posteriores que hemos consultado sigue siendo “su
condado”… aunque muchos argumenten razones más que peregrinas, queda claro
documentalmente que en esta tierras sólo hubo un condado: el de Niebla.
Continúa el documento:
En este cabildo se presentó una petición
por el licenciado Martínez Bravo administrador del / Hospital de Nuestra Señora
de los Ángeles desta villa, pidiendo lisencia para / labrar un horno de cal en
el sitio de Peña Seca, para la obra / que tiene dicho hospital que haser. Y leída
se consedió la licencia / sin perjuicio en la forma ordenada, por una vez,
pagando / los interés que tocan a su excelencia y alcalde desta villa // (7vº) y
asimismo por dicho eclesiástico se pidió lisencia para cortar / la madera nesesaria
para un rodesno[1]
para el molino que / tiene que llaman de San Martín; que visto por sus mercedes
[dicho] cabildo, consedieron dicha lisencia en la forma ordinaria, auién- /
dose de cortar en los baldíos parte de la sierra, campo / El Labradillo y que
la corta a de ser en árbol ynfrutífero y / machial[2]
auiéndolo; y en esta forma y no en otra se con- / sediere dicha lisencia. /
A.M.N leg. 9 fol 7.
Podemos
inferir que en este año el Hospital se encontraba realizando obras de reforma o
mejoras, que incluían el encalado de las paredes, hecho dóblemente lógico en
una institución sanitaria, por los atributos antisépticos y la imagen de
limpieza que en el siglo XVIII se atribuía a la cal. Igualmente queremos
destacar que, por otras licencias concedidas en documentos de nuestro archivo,
Niebla y sus tierras ricas en calcarenitas era un lugar muy solicitado para
este tipo de materiales.
También
nos ha llamado la atención la propiedad de un molino de ribera que tenía el
mencionado Hospital de Nuestra Señora de los Ángeles, concretamente el molino
de San Martín, que actualmente conserva parte de su estructura muraria en la
orilla izquierda del río Tinto, aguas abajo de Niebla, a un kilómetro escaso de
la población. Forma parte de los molinos harineros que plagaban las orillas del
Tinto, para el término de Niebla actual se conservan restos de siete de ellos:
del Cuervo, Helechoso, del Puente, dela Puerta del Buey, San Martín, de Loza,
Angorilla y la Higuera. Como su propio nombre indica eran molinos destinados a
tratar los cereales para fabricar harina, en el caso del Hospital inferimos que
sería para consumo propio, aunque tampoco se puede descartar una
comercialización del excedente.
Otro
dato que no deja de sorprendernos es el interés que el cabildo tiene por
proteger sus frutales, indicando exprofeso que la madera que extraigan de la
corta debe ser de un árbol silvestre, evidentemente en estos años en los que la
economía municipal se encontraba en horas bajas, como lo demuestran las actas
capitulares, cualquier daño a las propiedades públicas se intentaba evitar a
toda costa.
PELAYO CASTILLO PALACIOS y ANTONIO BONILLA GILES
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