Sin
estridencias, sin ruidos, con la suavidad con la que hacía todas las cosas, en
PAZ…
Hemos
despedido a Pepe, o Sayago como le llamaban sus compañeros de trabajo y la
mayoría de iliplenses.
En este
mundo de hipercomunicación, en el que hay que estar en el candelero de una u
otra forma todavía quedan personas que han pasado toda su vida haciendo el bien
desde el más inmerecido anonimato; no, no son incongruencias gramaticales,
porque Pepe está y seguirá estando entre los que tuvimos el inmenso placer de
conocerlo y disfrutarlo.
Por
mucho que lo intento no consigo entender una vida que compaginó en sus primeros
años la ausencia paterna con un hambre cruel; que cuando más completa y feliz parece
se empeña en golpearle con las dos ausencias más dolorosas que se puedan tener:
su nieta mayor y su esposa. Una vida que, en un giro más de desafío le llenó de
padecimientos, algunos de ellos verdaderamente dolorosos, sus últimos años de
existencia. Ante todo este cúmulo de despropósitos: SU SONRISA.
No es
ningún tópico, Pepe es un HOMBRE BUENO, allá donde quiera que se encuentre. Jamás
una mala cara, nunca una mala acción, disponibilidad absoluta para todo el que
lo necesitara, siempre la ayuda sin importar el destinatario, ningún sacrificio
es mucho si lo hace para los demás.
El
prójimo: su hermano; la familia: su pasión.
Evidentemente
su Fe fue la principal arma contra tanta adversidad. No soy profundamente
creyente, en especial en estos momentos de desasosiego, pero Pepe sí,
absolutamente convencido del mensaje de Jesús, vivió una vida plenamente
cristiana lo que, desde la más sana envidia, pienso que hizo más feliz su
existencia y por pura generosidad las de los que le rodeamos; en una sociedad
en la que los valores religiosos suelen estar a la baja, hay ejemplos de vida
como el suyo; sinceramente no sé si existe un “cielo” para las personas buenas,
pero sí personas buenas que merecen que lo haya y Pepe se ha ganado con creces
el derecho de participar en él.
Dentro
de este mar de sentimientos encontrados no he querido personalizar su compañía,
tan sólo desde mi pequeño rincón de pensamientos dejar patente el recuerdo de
tu paso por mi vida. Este blog lleva siendo mi extraño diario desde hace
algunos años, por eso quiero reservar un rinconcito para quien desde su
humildad me ha impresionado.
Por tantas
y tantas cosas que me guardo en el corazón siempre te querré Pepe.
in memoriam
JOSÉ
SAYAGO BERMEJO, un hombre bueno.
Amen. Hay pérdidas que por mucho que se lloren, no se encuentra consuelo. Con Sayago, hay que reír, está con su esposa y s nieta, con quien mejor. Un abrazo
ResponderEliminar