Llevamos
un tiempo trabajando con documentación del siglo XVII acerca de la epidemia de peste que asoló gran parte de Andalucía occidental, pero, como
felizmente ocurre en esta afición, a veces nos encontramos con pequeños documentos
que son más que curiosos. Es el caso que hoy nos ocupa, y que como siempre
queremos compartir con todos aquellos que se interesan por nuestra historia
local.
En las
actas capitulares correspondientes al año 1651 nos encontramos un cabildo
donde se dirime una información recibida acerca de la epidemia de peste que,
desde 1649 afecta a gran parte de España y a Niebla en el particular caso que
estudiamos. En concreto es la reunión de cabildo correspondiente al día 14 de
febrero de 1651.
Junto al arroyo de Lavapiés y a la antigua ermita de la Virgen del Pino se encontraba viviendo con su familia, sirvientes
incluidos, Pedro Balenciano Caballero, vecino de San Juan del Puerto; probablemente
se había retirado al campo debido a la fuerte afección de mal de
contaxio o de peste que sufría la ciudad vecina de Niebla, tal y como se
recoge también en nuestras actas capitulares. El mencionado Pedro Balenciano ya
había sido avisado de que se tenía que retirar a San Juan, dentro de las
medidas higiénicas que se habían tomado para Niebla y su término. Este vecino
de San Juan debía ser persona importante puesto que se podía permitir irse a
vivir fuera de su ciudad atendido de sus propios sirvientes, incluso intuimos
que inicialmente hizo caso omiso de las directrices del cabildo iliplense,
porque es Antonio de Urrutia, consejero de su majestad y alcalde de corte en
Sevilla quien tiene que conminar a esta familia a volverse a su ciudad.
El
problema no sólo radicaba en la supuesta negativa a marcharse, sino que el
propio cabildo de Niebla tenía noticia de que se le auía muerto una criada de las que auía traydo a la dicha hermita
del mal de contaxio. El temor a un posible contagio en el término de Niebla
hace que sean un regidor y uno de los alcaldes ordinarios del cabildo de la
villa quienes se personen en la ermita para informarse acerca de los hechos.
Intuimos
que la familia Balenciano no informaría de nada, puesto que el acta recoge que
es dando una vuelta por los alrededores cuando descubren tierra mobedisa como que se auía abierto un foso / para enterrar alguna
persona. Tras el descubrimiento los ediles iliplenses interrogan a Pedro
Balenciano quien reconoce que vino a la ermita con su familia y dos criados
mulatos, un hombre y una mujer y que la tumba correspondía a una moza, criada
suya también.
Sobre
las circunstancias de la muerte sólo tenemos la versión que dio el cabeza de
familia:
era berdad que asimismo auía traydo otra
moza, criada suya, que era dicha la qual padecía mal de corasón y de gota coral[1],
y que estando a el pie de uno de los álamos de los que están a el margen del
arroyo que dizen de Labapies, que se serca de la dicha hermita; le auía dado el
dicho mal de corasón y se auía caydo a el arroyo.
También
Pedro Balenciano reconoció la compañía de dos vecinos de Niebla durante su
estancia en la ermita, Bartolomé Hernández (el barbero de la villa) y su mujer.
Parece que las explicaciones no fueron del todo convincentes ya que también se
mandó notificar al referido Bartolomé Hernández que no podía entrar en Niebla ny comunique a ningún bezino della, pena de quatro años de destierro. Incluso
se manda al alguacil de Niebla para que, en un día, saquen toda la ropa de su
casa y abandonen Niebla; normalmente se quemaba toda esta ropa.
Es un
episodio de nuestra historia iliplense que da muestras de unas circunstancias
muy estrictas en cuanto a la prevención sanitaria que se tomaron en la Niebla
de 1649 a 1652. Estamos estudiando todas estas actas capitulares y las daremos
a conocer en no mucho tiempo.
Sirva
el presente artículo como adelanto de un pasado que, no por desconocido, deja
de ser interesante.
Pelayo
Castillo Palacios
Antonio
Bonilla Giles
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