Podría ser la pregunta que hiciese un habitante de la ILIPLA del siglo II a.C. a cualquier comerciante con productos traídos desde fuera de la Hispania Citerior y que sirviese para presumir en el foro de la ciuitas. “Un as, dominus”, en ese momento el ciudadano deposita una moneda en la mano del comerciante.
Hasta aquí una supuesta situación en nuestra ciudad que quiero utilizar para hablar de las monedas acuñadas en Niebla.
Una vez finalizadas las guerras celtiberolusitanas y conseguida la hegemonía romana de la Península Ibérica, Roma puede reactivar los antiguos circuitos comerciales con seguridad para sus productos. Es en éste ámbito cuando se fundan las cecas locales que favorezcan la acuñación de moneda, elemento imprescindible para los intercambios, impuestos y demás actividades económicas.
El as de bronce de Niebla pesa unos 25 gramos. En su anverso puede leerse el nombre de la ciudad, ILIPLA, enmarcado entre dos espigas, lo que, según algunos historiadores va íntimamente ligado al sistema productivo fundamental de la ciudad y su territorio, la agricultura. Por la otra cara podemos observar un jinete con lanza y una letra “A” con una luna creciente.
Debe ser emocionante, emotivo, ver de cerca una de esas monedas, con tanta historia a cuestas, y pensar en las manos por las que debió pasar. Es genial.
ResponderEliminarBesos apretaos, Pelayo, creo que ya estoy definitivamente de regreso.
Realmente es emocionante Jana, pero las monedas simplemente serían trozos de metal sin el factor humano, sin esas manos por las que debió pasar, cuántas ilusiones, problemas, caprichos, necesidades, etc. debió solucionar o provocar. Contrariamente a lo que se ha pensado siempre, la Historia (con mayúscula) es saber y conocer sobre las personas que nos precedieron, de acuerdo que como herramientas sólo tenemos testimonios materiales, pero a mí me gusta pensar que la labor del historiador es recrear esas vidas pasadas.
ResponderEliminarBesos apretaos Jana, estábamos un poco huérfanos sin tí.
Tengo la gran suerte de tener una, a mí me fascina, tanta tabarra dí, que un coleccionista amigo, me la regaló, y también me pregunto por cuantas manos habrá pasado.
ResponderEliminarUn saludo.