Quería aprovechar este día de Reyes, aunque suene a tópico, para llamarte y felicitarte por el regalo anticipado que Los Magos de Oriente te hicieron hace ya unos días. Probablemente ya lo sabrás, pero has sido partícipe y personaje principal de lo que siempre debe ser una cabalgata de Reyes Magos: la ilusión; ilusión con la que un niño observa con sus ojos brillando desde los hombros de su padre; ilusión de esos padres y abuelos pensando en la sonrisa de los niños cuando descubran los juguetes a la mañana siguiente; ilusión de un pueblo entero cuando supo que Manolo recibía un nuevo riñón y con él una nueva vida.
Cuando hoy hemos hablado y te he preguntado ¿cómo va la cosa?, “pues aquí tirando” me has respondido; por el vínculo cofrade que nos une mis pensamientos nos han colocado irremediablemente en cualquier chicotá del recorrido del Miércoles Santo, tú en tu primera trabajadera y Sebastián o yo preguntando ¿cómo vais? “bien”, “de lujo”.
Hoy no es Miércoles Grande y esta chicotá será la más dura que tengas que pasar, pero de lo que sí estoy seguro es de que, al igual que en la fotografía, Padre Jesús estará muy cerca de ti, ayudándote como tú le ayudas a caminar. Igualmente se por lo que hablo con ellos, que tampoco estás sólo en la trabajadera, todos los que se fajan contigo te llevan en el palo de sus sentimientos, todos han dejado alguna línea de su propia carta a los Reyes Magos para pedirles por ti.
Candiles, hermano costalero, desde el corazón de los que te queremos ver pronto con nosotros sólo me queda decirte:
¡¡ÁNIMO VALIENTE, DURO CON ÉL!!
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