"STAT ROSA PRISTINA NOMINE, NOMINA NUDA TENEMUS"

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El blog de Pelayo Castillo Palacios

miércoles, 25 de marzo de 2020

ETAPA 4: DE CABILDOS Y NORMANDOS


Miramos hacia adelante, enhiesta en una esquina que domina el valle del río Tinto, una estructura de piedra sirve de referente para el giro de la muralla hacia el norte.


Protegida por una pequeña valla metálica y coronada por una cruz del mismo material se encuentra un pedestal con su propia historia.

Estamos en la zona donde comenzaron las excavaciones de E.Whishaw y que denominó “Canapé de la Reina”, creemos que es un nombre inventado por ella misma, ya que en la documentación histórica del Archivo, al menos hasta el siglo XIX, no encontramos ninguna referencia con tal nombre; en la terminología popular escuchamos de nuestros mayores el término “Murete de la Reina”, pero estaba localizado en otro lugar del que hablaremos más adelante.
De nuevo E. Whishaw, si miramos una losa grabada y encastrada en la última torre antes de girar al norte encontramos la siguiente inscripción:
La Cruz del Consejo del pueblo de Niebla, por estar en estado ruinoso fue trasladada y reedificada aquí a instancia de Dª Elena N Whishaw, siendo alcalde D. Domingo Rivero Gómez en el año 1924, abonándose la obra con fondos donados por el Sr. D. Ernesto H. Ingran, amante de España y bienhechor de los pobres
Q. E. P. D.

Aprovechamos para un par de incisos; en primer lugar pensamos que Elena la denominó con un nombre incorrecto, probablemente fruto de una errónea transcripción documental antigua; suponemos que se refería a una supuesta “Cruz del Concejo”, en alusión al Consejo de Cabildo o ayuntamiento de la Edad Moderna iliplense; evidentemente en una época en la que la religiosidad era un elemento sustentante y fundamental de la sociedad no era extraña la presencia de una Cruz que diese valor religioso (o utilizada para juramentos) a las decisiones municipales tomadas por los regidores. Pero la misma E. Whishaw reconoce el origen de la cruz, que anteriormente se llamaba “Cruz del Arrabal” (tesis de J.M. Acosta, pag. 728) Su traslado y reconstrucción quizás fue motivado por la construcción e la carretera nacional que atraviesa Niebla dejando el propio arrabal a la derecha si nos dirigimos a Huelva.
En cuanto a vistas, estamos en un lugar privilegiado, desde el que podemos ver como mansamente el río Tinto se dirige hacia el mar buscando juntarse con el Odiel en las cercanías de Huelva; las alturas de los Bermejales que van descendiendo hacia el valle, el antiguo puente del ferrocarril minero que, desde la zona minera de Huelva, venía a descargar en la antigua estación de “las Mallas”; alguno de los antiguos molinos de ribera, etc.
Como en la Puerta del Buey, la zona se ha acondicionado para realizar esa paradita de descanso, bien en las inmediaciones de la propia Cruz del Concejo o, si el calor del verano aprieta como lo sabe hacer en tierras andaluzas, nos podemos dirigir al cercano parque a nuestro pies; allí la sombra es más frondosa y también podemos curiosear algunos elementos que suelen pasar desapercibidos para los que nos hemos acostumbrado a su presencia; uno es un monumento en forma de fuente recientemente erigido a la varias veces mencionada Elena Whisahw; el otro un obús de artillería, de los varios que tenemos en Niebla y que serán objeto de “discusión” cuando toque; el tercero me llega por parte de amistad, es el “Monumento a la Paz” realizada en 1988 por Rafael Mélida, para terminar con el monumento a Blas Infante.



Descansemos o no, cuando he acompañado alguna vez a grupos de amigos, colegios de mis hijos o visitantes “de confianza” les proponía un a pequeña prueba y les emplazaba a que relataran los pueblos que conocían que habían pasado por Niebla, siempre aparecen los clásicos tartesos, fenicios, romanos, musulmanes, cristianos… pero cuando centro cronológicamente la pregunta en el siglo IX y concretamente en el año 844 pocos son los que no responden ¡los musulmanes! Entonces comienza el juego y les hablo de imaginar los vigías de la Niebla musulmana viendo remontar unos barcos estrechos y alargados con decoraciones extrañas en la proa y cargados de personas altas y barbudas, si me pongo cinematográfico incluso llego hasta la pista final en la que los navegantes visten cascos con cuernos (aunque nunca fuese así). Las fuentes son dubitativas en el caso de Niebla, unas hablan que después del saqueo de Sevilla y de su derrota por parte de Abderramán II los mayùs o como nosotros los conocemos, los vikingos, merodearon Niebla, algunos autores dicen que fueron las costas dependientes de Niebla las que merodearon, sin adentrarse al interior, pero otros como Rolf Scheen, director del Norvegian Armed Forces Museum, incluso habla de que “después de su derrota en Talyata (¿Tablada o Tejada la Nueva?) el 17 de noviembre de 844, los supervivientes navegaron a Niebla por el río Tinto y saquearon la ciudad”. Como nos estamos centrando en una visita menos “científica” dejaré que cada uno utilice la versión que más le apetezca, pero que las primeras incursiones normandas saquearon las costas onubenses en esa fecha está recogido por historiadores y geógrafos musulmanes contemporáneos.

Con esta pequeña incertidumbre cerramos esta etapa de hoy.



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