"STAT ROSA PRISTINA NOMINE, NOMINA NUDA TENEMUS"

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El blog de Pelayo Castillo Palacios

lunes, 7 de febrero de 2011

TIC-TAC

Con esta entrada quiero hacer la "presentación oficial" de mi más importante colaboradora, mi sobrina Cristina.
Cuando leí por primera vez este trabajo que realizó para el instituto y con el que ganó un concurso, quedé impresionado por la calidad de su escritura. Obviamente la he invitado a participar en el blog cada vez que quiera.
Aunque parezca un poco largo os invito a leerlo, no os defraudará.


                                    TIC-TAC
   17:05. Sólo diez minutos de espera. Tampoco es mucho ante un mes de pura incertidumbre.
   De hecho, diez minutos no es mucho si lo comparamos con casi cualquier cosa. Por 20 pesetas, espacio de tiempo que, al compararlo con diez minutos, haga que este periodo sea una minucia como, por ejemplo, un partido de fútbol. Un partido de fútbol. Una carrera de fórmula uno. El Tour de Francia. El matrimonio de mis abuelos. Un embarazo, ¡Tilín, tilín, tilín! Veamos, tacañonas, por qué este periodo de tiempo no vale. Es fácil, señor presentador, esa palabra está totalmente prohibida.
   ¡Maldito seas! Me has arruinado hasta mis paranoias de soltera enchufada a la televisión.
   17:06. Nueve minutos de calvario. Eso, al menos, decía la cajita. Malditos farmacéuticos, seguro que han mentido en el prospecto y al final dura más tiempo. Y es que todo lo hacen por vender. “En muy poco tiempo”…, es fácil decirlo cuando no se vive. Ya lo decía mi madre: “cuando seas madre comerás huevos”. ¡Y cuánta razón tenía! Me gustaría ver al farmacéutico del “poco tiempo” esperando.
   17:07. Ocho minutejos. ¿Es mi impresión o las agujas del reloj de pared se han parado?
   Es lo que dicen. Cuando algo importante que llevas esperando bastante va a pasar el tiempo se detiene. Y debe de ser verdad, porque la primera vez que me besó entre botellas de whisky de marcas desconocidas y de coca-cola recalentada sentí como si todo se parara, como si se hubiera congelado el tiempo. Hubiera dicho que hasta el chorro del borracho que orinaba en la esquina de al lado se hubiera interrumpido. No fue el momento más romántico de la historia, pero fue nuestro momento y a mí me lo pareció.
   17:08. Siete, como los enanitos. ¿Es cosa mía, o el palito ha cambiado de sitio? Con la suerte que tengo, lo mismo le han salido patas y se va corriendo fuera de mi alcance. Mejor lo cojo en la mano y así evito que escape de ninguna de las maneras. A lo mejor es algo antihigiénico, pero ¡que demonios! Es mi pis, si quiero me lo puedo hasta beber y no pasaría nada de nada. Bueno, quizás me podría dar alguna de esas enfermedades raras que dice el de biología con bacterias malvadas y asesinas que se esconden en el pis. Por ahora no trataré nunca de beberlo. Por ahora.
   17:09. Seis asquerosos minutos. Lo que más odio en el mundo siempre han sido las hombreras, pero lo que tengo en la mano sube puestos con rapidez, al igual que él.
   Siempre él. Me dijo que me quería y ¿por qué lo creí? No lo sé, debía tener mal las neuronas o es que esos besos que me daba me convencieron de algo. Dios, qué bien besaba. En esos momentos me sentía la reina de Saba o, por lo menos, la reina de la ciudad, porque nadie tenía la suerte de tenerle, excepto yo. O eso creí.
   17:10. Cinco minutos, cinco. Venga, se permite la rima. Yo siempre la he soltado, y con todos los números de los que me la sabía. “Incontinencia verbal”, decía mi profesora de matemáticas a mis padres. “Una poca vergüenza que te domina por entero”, decían los susodichos en la bronca que me echaban después.
   Pero, ¿es que no me comprendéis? Está en mi naturaleza de adolescente asalvajada no guardarme las cosas y soltar a bocajarro todo lo que se me pase por la cabeza. Queridos papás y mamás, no os lamentéis ahora de nuestra generación cuando en dieciséis años no os habéis esforzado por corregir nuestros defectos. Perdonad, pero os toca apechugar.
   17:11. Quatre minutes. Ya se va acercando la hora y estoy que no consigo quedarme quieta. Oh, no, tengo ganas de ir al baño otra vez. Claro, una botella de dos litros de agua no se vacía en un solo viaje al país del WC. ¿Voy o no voy? ¿Y si responde el palito? Loca, no te levantes. Junta las piernas y espera hasta dentro de un rato. Um, no funciona el truco. Mejor voy al baño y me llevo el palito y el reloj, por si acaso. ¡Palito, no escaparás sin revelar tu secreto!
   17:12. Tres, como los cerditos del cuento. Vaya, cerdito, qué casualidad, como él. Siempre dicen que hay príncipes azules que salen rana. Bien, pues el mío salió cerdo.
   Al fin y al cabo, si todo hubiera salido como debería no estaría hablando contigo ahora mismo, palito amarillo. Habría salido a dar un paseo con el típico gentleman de las novelas de amor y después, quizás, de una cena romántica a la luz de las velas, me sugeriría que su habitación era preciosa. Pero no. Yo sólo tuve lo del final, y en un sofá. Y sin comerlo ni beberlo ya era mujer porque la persona que más me importaba me decía que necesitaba algo más. Podríamos haber jugado al parchís con los pies.
   17:13. Dos, dos manchas tiene el lavabo y dos minutos quedan de espera. Bueno, después de haber vaciado el camión cisterna, creo que puedo volver al salón.
   ¿Y esos pasos? Espero que no estén ya de vuelta porque, querido palito, tú no eres la compañía que ellos querrían que tuviera. No, creo que es la vecina de enfrente, porque escucho a su chucho ladrarle a mi puerta. ¡Bastardo, no te daré nunca más del chorizo de mi madre, que de desagradecidos está el mundo lleno! Mientras se alejan las pisadas, pienso que a lo mejor el palito me vuelve irritable.
   17:14. Uno solo solito. Qué casualidad, palito, que después del potreo del sofá me convirtiera en porquería para él. Chuleta de barrio. Desagradecido, te di lo más importante para mí y me tiras como a un pañuelo usado. Y no fue mi virginidad, no, sino mi amor. Mi libertad para elegir bien. Mi confianza en que mi vida sería High School Musical. ¿Querías acabar conmigo? Pues lo hiciste cuando ella se convirtió en la nueva reina de Saba delante de mí, la reina destronada.
   Mierda, ya estoy llorando otra vez. No paro de llorar últimamente, palito, y eso que yo era más dura que el diamante. Vaya, otra cosa que ha cambiado.
   17:15. El cohete ha despegado. Finito. Caput. That’s the time y todas esas chorradas como una casa que suelen decirse siempre.
   Palito, ha llegado la hora de que aparezcan tus tatuajes ocultos y me liberes del peso que comenzó a ahogarme cuando él me abandonó y me di cuenta de lo tonta que había sido por ser la muñeca de la boca de fresa de la canción esa. Vaya, ya se ve algo. Lo mismo en vez de un positivo sale la cara de George Clooney y lo puedo vender en EBay. ¿Qué es eso? ¿Una equis? No.
   Palito, haberte quedado callado. Tú y él habéis acabado con lo único que había quedado bueno: la libertad. Pero se ha ido de la mano de la inocencia.
   Sale positivo, pero es negativo para mí.

                         Cristina Castillo Martín
                        1º de Bachillerato A
                              I.E.S. Doña Nieves López Pastor

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