"STAT ROSA PRISTINA NOMINE, NOMINA NUDA TENEMUS"

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El blog de Pelayo Castillo Palacios

domingo, 29 de marzo de 2020

ETAPA 5: SANTA CATALINA Y LAS DEFENSAS NATURALES





         Continuemos con este paseo caminando por la ronde exterior de la muralla, dejándola a nuestra izquierda; tras unos metros encontramos un torreón que hace de esquina y donde el recinto gira hacia el este.
         Si elevamos ligeramente la vista justo al volver la esquina nos encontraremos con otro testigo del patrimonio iliplense, en este caso más natural y más antiguo: los restos de un fósil. Por sus características, el suelo de Niebla es muy rico en todo tipo de fósiles del periodo Mioceno (hace entre 5 y 25 millones de años), cuando las aguas marinas cubrían toda la superficie que hoy ocupa Niebla y más allá. Durante mucho tiempo fueron objeto de colección y adorno en las casas de Niebla, incluso alguno como el de la imagen sirvió como topes para puertas, pero la depredación foránea, sobretodo con intenciones comerciales ha limitado sino prohibido su recolección (es a lo que lleva el abuso y mal uso del patrimonio, sea cual sea su carácter).


Clypeaster

Clypeaster de Niebla (foto UHU)
       Vamos a estudiar un poco más el entorno natural que nos rodea. Siempre se han tenido las murallas de Niebla por casi inexpugnables, pero es el entorno quien ayuda sobremanera a proteger su accesibilidad.
          En primer lugar el propio río Tinto, cercano a la ciudad por dos de sus caras, la este y la sur, impide que cualquier contingente de tropas se situara cerca de la muralla sin sufrir los ataques desde la misma, este argumento también nos sirve para dificultar la tesis del buey en la puerta de su nombre, ya que las tropas cristianas nunca hubieran asediado Niebla por esa vertiente. Al valle del río le sumamos la elevación sobre la que se sustenta el perímetro amurallado, coloca la ciudad en un promontorio desde el que vigilar y defenderse. Por esta parte por la que nos movemos en esta etapa también existía un pequeño arroyo que ejercería de “foso natural”, arroyo que con la construcción de la carretera y obras posteriores se ha canalizado y cegado. De esta forma quedaría sin “protecciones naturales” tan sólo el tramo desde la puerta del Socorro a la de Sevilla, precisamente donde se ubica el actual alcázar y donde estuvo la fortaleza musulmana.

dos alcantarillas de las antiguas escorrentías o arroyos que desembocaban en el Tinto
        Si en el trayecto nos encontramos algún iliplense en la esquina y le preguntamos por las casas que se encuentran al otro lado de la carretera, junto a la carretera de Huelva, nos dirán que componen el barrio de “los Portales”, nombre por el que siempre lo hemos conocido, pero lo que no sabemos todos es que su nombre original es el de “barriada de la Cruz de Santa Catalina”, o al menos así la definió E. Whishaw en su diseño y construcción. En la década de los años 20 del siglo pasado, la “inglesa” crea un proyecto donde incluye a 50 personas de Niebla que conforman la “Hermandad de la Cruz de Santa Catalina” con una obra de carácter social principal, la construcción de 36 viviendas y una capilla para familias que, en su mayoría, vivían hacinadas en el castillo de los Guzmanes, ocupando estancias y oquedades varias; hay que decir que no es sólo una intención social la que tiene la investigadora, también pretende liberar la fortaleza de habitantes para estudiarla y reconstruirla, tal y como hizo años más tarde. Los terrenos los dona el marqués de Rute y tras su construcción la Hermandad intenta que se bendiga la capilla de la misma bajo la advocación de Santa Catalina, pero por motivos que desconocemos no llega a bendecirse, ni siquiera a usarse como lugar de culto; en el Archivo diocesano de Huelva, caja 1 de Gobierno, Niebla, encontramos una subcarpeta denominada Patronato Colombino y Capilla del Barrio de la Cruz, en la misma se recoge con fecha de 1927 la intención de los obreros de Niebla de cederla al ayuntamiento como escuela de párvulos, consagrada al Sagrado Corazón, pero tampoco nos consta su uso escolar y sí una pequeña tienda que hoy día ha desaparecido.
 Los "Portales" en 1979

Capilla de la barriada (foto tesis JM Acosta)
       No me resisto a poner una fotografía que tomé hace unos años pero que siempre me ha encantado por el cuidado y cariño que ponen los habitantes de este barrio a sus jardines.
Sector de muralla paseado en la entrada de hoy
Pelayo Castillo Palacios y Antonio Bonilla Giles

miércoles, 25 de marzo de 2020

ETAPA 4: DE CABILDOS Y NORMANDOS


Miramos hacia adelante, enhiesta en una esquina que domina el valle del río Tinto, una estructura de piedra sirve de referente para el giro de la muralla hacia el norte.


Protegida por una pequeña valla metálica y coronada por una cruz del mismo material se encuentra un pedestal con su propia historia.

Estamos en la zona donde comenzaron las excavaciones de E.Whishaw y que denominó “Canapé de la Reina”, creemos que es un nombre inventado por ella misma, ya que en la documentación histórica del Archivo, al menos hasta el siglo XIX, no encontramos ninguna referencia con tal nombre; en la terminología popular escuchamos de nuestros mayores el término “Murete de la Reina”, pero estaba localizado en otro lugar del que hablaremos más adelante.
De nuevo E. Whishaw, si miramos una losa grabada y encastrada en la última torre antes de girar al norte encontramos la siguiente inscripción:
La Cruz del Consejo del pueblo de Niebla, por estar en estado ruinoso fue trasladada y reedificada aquí a instancia de Dª Elena N Whishaw, siendo alcalde D. Domingo Rivero Gómez en el año 1924, abonándose la obra con fondos donados por el Sr. D. Ernesto H. Ingran, amante de España y bienhechor de los pobres
Q. E. P. D.

Aprovechamos para un par de incisos; en primer lugar pensamos que Elena la denominó con un nombre incorrecto, probablemente fruto de una errónea transcripción documental antigua; suponemos que se refería a una supuesta “Cruz del Concejo”, en alusión al Consejo de Cabildo o ayuntamiento de la Edad Moderna iliplense; evidentemente en una época en la que la religiosidad era un elemento sustentante y fundamental de la sociedad no era extraña la presencia de una Cruz que diese valor religioso (o utilizada para juramentos) a las decisiones municipales tomadas por los regidores. Pero la misma E. Whishaw reconoce el origen de la cruz, que anteriormente se llamaba “Cruz del Arrabal” (tesis de J.M. Acosta, pag. 728) Su traslado y reconstrucción quizás fue motivado por la construcción e la carretera nacional que atraviesa Niebla dejando el propio arrabal a la derecha si nos dirigimos a Huelva.
En cuanto a vistas, estamos en un lugar privilegiado, desde el que podemos ver como mansamente el río Tinto se dirige hacia el mar buscando juntarse con el Odiel en las cercanías de Huelva; las alturas de los Bermejales que van descendiendo hacia el valle, el antiguo puente del ferrocarril minero que, desde la zona minera de Huelva, venía a descargar en la antigua estación de “las Mallas”; alguno de los antiguos molinos de ribera, etc.
Como en la Puerta del Buey, la zona se ha acondicionado para realizar esa paradita de descanso, bien en las inmediaciones de la propia Cruz del Concejo o, si el calor del verano aprieta como lo sabe hacer en tierras andaluzas, nos podemos dirigir al cercano parque a nuestro pies; allí la sombra es más frondosa y también podemos curiosear algunos elementos que suelen pasar desapercibidos para los que nos hemos acostumbrado a su presencia; uno es un monumento en forma de fuente recientemente erigido a la varias veces mencionada Elena Whisahw; el otro un obús de artillería, de los varios que tenemos en Niebla y que serán objeto de “discusión” cuando toque; el tercero me llega por parte de amistad, es el “Monumento a la Paz” realizada en 1988 por Rafael Mélida, para terminar con el monumento a Blas Infante.



Descansemos o no, cuando he acompañado alguna vez a grupos de amigos, colegios de mis hijos o visitantes “de confianza” les proponía un a pequeña prueba y les emplazaba a que relataran los pueblos que conocían que habían pasado por Niebla, siempre aparecen los clásicos tartesos, fenicios, romanos, musulmanes, cristianos… pero cuando centro cronológicamente la pregunta en el siglo IX y concretamente en el año 844 pocos son los que no responden ¡los musulmanes! Entonces comienza el juego y les hablo de imaginar los vigías de la Niebla musulmana viendo remontar unos barcos estrechos y alargados con decoraciones extrañas en la proa y cargados de personas altas y barbudas, si me pongo cinematográfico incluso llego hasta la pista final en la que los navegantes visten cascos con cuernos (aunque nunca fuese así). Las fuentes son dubitativas en el caso de Niebla, unas hablan que después del saqueo de Sevilla y de su derrota por parte de Abderramán II los mayùs o como nosotros los conocemos, los vikingos, merodearon Niebla, algunos autores dicen que fueron las costas dependientes de Niebla las que merodearon, sin adentrarse al interior, pero otros como Rolf Scheen, director del Norvegian Armed Forces Museum, incluso habla de que “después de su derrota en Talyata (¿Tablada o Tejada la Nueva?) el 17 de noviembre de 844, los supervivientes navegaron a Niebla por el río Tinto y saquearon la ciudad”. Como nos estamos centrando en una visita menos “científica” dejaré que cada uno utilice la versión que más le apetezca, pero que las primeras incursiones normandas saquearon las costas onubenses en esa fecha está recogido por historiadores y geógrafos musulmanes contemporáneos.

Con esta pequeña incertidumbre cerramos esta etapa de hoy.



lunes, 23 de marzo de 2020

ETAPA 3: EL MUSEO DE LA INGLESA Y LA OTRA ORILLA DEL TINTO



Continuamos con el paseo a partir de la Puerta del Buey, lo primero que nos encontraremos son unos diseños un poco extraños en el tapial del primer lienzo de muralla.

Corresponden a un edificio que se adosó a esta parte y que, junto con la estructura de la puerta y la placita de la que hablamos, conformó el primer museo arqueológico de la provincia de Huelva. Ya de por sí sería reseñable por su estilo y contenidos, pero quizás lo más significativo es que lo fundó una persona extranjera, culta, durante muchos años denostada por la propia población iliplense y… mujer.
Elena en 1899
Elen Mary Williams y Windsor, más conocida en el mundo de la investigación histórica como Elena Whishaw, o “la inglesa” como la denominaban sus contemporáneos de Niebla. Llegó viuda para afincarse en 1916, fundando su museo el año siguiente, es el momento en que comienza a conocerse Niebla en el mundo intelectual de la época, gracias a esta mujer culta y luchadora que también acabó sus días en Niebla, concretamente en 1937, con 80 años de edad; pero no ahondaré más en este personaje tan importante para Niebla y su patrimonio, tan sólo os aconsejo que leáis la tesis doctoral o los libros derivados de ella que Juan María Acosta Ferrero ha publicado en varias ocasiones.
el museo en 1954, ya muerta E. Whishaw
Poco a poco iremos subiendo por el nuevo paseo que rodea la muralla hacia el oeste, cuando alcancemos el final de una pequeña ascensión un torreón un tanto peculiar, está totalmente construido en piedra, con sillarejos de la calcarenita iliplense. Es un claro ejemplo de una mala restitución, no sabemos cuándo se hizo, pero sí que en 1909 ya tenía esta construcción pétrea que además comprendía una puerta, lo que nos lleva a un término muy iliplense, los “muretes”. Estos “muretes” no eran más que viviendas horadadas en los torreones o en la propia muralla cuando disponía de grosor suficiente, suponemos que fue un uso muy común desde centurias atrás, ya que el declive de Niebla en cuanto a población y sociedad fue especialmente fuerte en los siglos XVII y XVIII. Algunas veces, cuando se quieren contabilizar los torreones que componen la muralla de Niebla se dan cifras muy “exactas”, pero no se tienen en cuenta los que fueron reconstruidos de la nada o aquellos que cayeron y nunca fueron restituidos.


En este lugar volveremos la vista hacia el río, bueno más allá, y nos encontramos con una elevación en su orilla izquierda que comprende lo que desde antiguo se han denominado el paraje de los Bermejales. Igualmente nos vamos a detener un poquito en el paseo virtual para compartir con vosotros una teoría, sin más base que la propia intuición actualmente, sobre tal nombre. Como he dicho desde el XVI, en las actas más antiguas aparece ya el nombre de “Bermejales”, pudiese tener el nombre en su etimología un origen vinculado a la muralla musulmana, ya que, si suponemos que viene de bermejo (o rojo), además de ser el lugar preeminente de suministro de piedra caliza, esbozado por el doctor Juan Clemente Rodríguez Estévez en una visita hace relativamente poco a este paraje en el que le acompañamos buscando las posibles canteras romanas de Ilipla, encontrando en los Bermejales algunas posibles localizaciones. No olvidéis esta referencia al bermejo/rojo poruqe tendrá mucho que ver más adelante en el paseo.

Independientemente de la vinculación bermeja con la muralla si tenemos constancia de un yacimiento de bastante importancia casi olvidado por la investigación. Lo que E. Whishaw denominó en 1924 la “Mina de los Bermejales”. Se trata de dos oquedades en la ladera de la elevación, actualmente abandonadas y utilizadas como refugio de animales que han ido cubriendo el suelo de deposiciones; como hemos dicho la primera persona que realizó una excavación en la misma es Elena, depositando sus materiales en una serie de vitrinas en el museo, cuando éste se clausuró definitivamente, los materiales pasaron a los depósitos del Museo Arqueológico de Huelva. En su cronología se la ubicó en el Calcolítico, pero sin estudios posteriores y con la más que probable destrucción de los estratos arqueológicos de las dos cuevas, tan sólo podemos apoyarnos en los referidos materiales y sus tipologías, abarcando inicialmente un periodo que transitaría entre la llamada Edad del Cobre y la Edad del Bronce, o lo que es lo mismo el Tercer y Segundo mileno a.C. ¿Estamos ante los primeros pobladores del entorno iliplense? Según el registro actual sí, pero también nos constan bastantes yacimientos prehistóricos en las cercanías del río Tinto. Lo que no se puede negar son las maravillosas vistas de Niebla que desde las cuevas se tiene.
material lítico de los Bermejales con anotaciones manuscritas en inglés de E. Whishaw.

Niebla desde los Bermejales
No nos paremos más que lo necesario y continuamos caminando hasta la esquina suroccidental de la muralla, allí nos detendremos para volver a indagar en nuestra Historia.
Pelayo Castillo Palacios y Antonio Bonilla Giles.

viernes, 20 de marzo de 2020

PASEO ILIPLENSE. ETAPA 2: PUERTA DEL BUEY NUEVA Y PLACITA DEL MUSEO


Hoy nos movemos poco, y es que cada rincón de Niebla tiene para pararse un buen rato.
Vamos a teorizar un poco más que ayer, ya que le toca el turno a la Puerta del Buey “Nueva”, realmente es la que más se usa, por permitir el paso rodado de vehículos, cosa imposible por la original o “vieja”.


En algún lugar leí que era del siglo XVI y siempre que nos referimos a las actas capitulares del AHN (recordad, Archivo Histórico de Niebla) encontramos la “Puerta del Buey”, en singular, no como en el caso de la del Socorro y que trataremos más adelante; así pues no tenemos motivos para creer que, hubiese dos puertas. ¿Cuál es nuestra teoría?

grabado 1890 (Urgellés)
Que la nueva sea simplemente el aprovechamiento de un hueco que se produjo en la muralla, por cualquier causa, aunque la más probable es la del derrumbe por abandono de la misma, el famosísimo terremoto de Lisboa, las voladuras de los franceses durante la Guerra de la Independencia, etc. Sinceramente no podemos ubicarla con más concreción en el tiempo, pero sí suponemos que ya en 1810 era la que se utilizaba como acceso a Niebla, tal y como se recoge en el croquis que se realiza durante la Guerra de la Independencia; igualmente suponemos, por las fotografías de principios del XX, y por grabados de 1890, que la vieja se tapió para hacer uso de vivienda particular, que en su momento fue comprada por Elena Whishaw para su museo.

fotografía de 1905 (Terradas)

1905, fotog. Juan Foncubierta

En definitiva, nos encontramos con una puerta mucho más simple (y funcional) que la vieja, construida con materiales de acarreo, siguiendo la norma general para toda la muralla y puertas de Niebla: sillares de calcarenita como soportes y refuerzos y tapial y/o ladrillos intercalados o, en el caso que nos ocupa, usados para elaborar los arcos de sustentación.

Como diré muchas veces en esta visita, tenemos y presumimos, con muchísima razón, de un recinto amurallado espectacular y único; pero son los pequeños detalles los que enriquecen una visita, esas cosas mínimas junto a las que hemos pasado miles de veces y que nunca hemos reparado en ellas; precisamente son los aspectos en los que os voy a llamar la atención, para lo monumental y grandioso tenemos multitud de vías de información.


¿Os habéis preguntado alguna vez qué es esto? Aunque podría no es un graffiti realizado por alguien con demasiado afán de protagonismo, los hay desde la antigüedad, en este caso todo apunta a un signo lapidario, también conocidos como marcas de cantero. A pesar de saber qué son y quiénes lo realizaban, los investigadores no tienen una respuesta definitiva y consensuada para su significado, os expongo las teorías más aceptadas:
-       Cantera de procedencia de la piedra. En Niebla quizás no tenga tanto sentido, ya que estamos completamente rodeados de canteras de esta piedra tan nuestra y que se ha utilizado en obras tan significativas como el “Monumento a Colón” de Huelva.
-       Indicaciones de posición de los sillares. Es decir, cómo había que colocarlos.
-       Trabajo realizado. Normalmente con fines económicos o salariales, marcando hasta dónde se ha trabajado y por tanto lo que se debe cobrar, bien temporal (semana, mes, año…) o de fin de obra.
-       Maestro cantero y logia principal. Es una “firma” del maestro o de su gremio, en cierto modo una marca de prestigio e identificación con vistas a posibles futuros contratos o diferenciaciones entre distintas “cuadrillas” que trabajan en un mismo proyecto.
-       Otros conceptos. Aquí podíamos entrar en cuestiones simbólicas de difícil interpretación.

Ya a partir de aquí que cada uno coja la que más le guste.



Aunque haya empezado mi vista por este lugar tan emblemático para mí, vosotros podréis realizarla en el orden que consideréis oportuno; lo que sí voy a hacer es recomendaos esos rincones “especiales” para sentarse a descansar, tomar un refrigerio o, como es este caso, oír caer el agua de una fuente y el sonido cercano del tren que para en el apeadero. La placita interior donde desemboca la Puerta del Buey vieja es un rincón donde además podréis encontrar alguna persona mayor de Niebla encantada de contaros vivencias y anécdotas que no se encuentran en libros ni en blogs, pero sobretodo preguntad por el personaje que da nombre a esta placita, que os expliquen quién fue José "el bardao".



Hasta la siguiente etapa.

Pelayo Castillo Palacios y Antonio Bonilla Giles

jueves, 19 de marzo de 2020

PASEO ILIPLENSE, ETAPA 1: LA PUERTA DEL BUEY


ETAPA 1. ¡BIENVENIDOS!

Pues eso, sed bienvenidos a este paseo por Niebla, a la que muchos creéis conocer pero que encierra lugares, historias, leyendas, personajes y más de 3000 años de historia sin interrupción.

Los que me leéis estáis acostumbrados a entradas más o menos sesudas e intelectuales, con todo el rigor científico que los datos nos permiten, pero esta serie de etapas, que es como las voy a llamar en honor al Camino de Santiago, que ya he recorrido 3 veces y que me proporcionó experiencias que me gustarían trasladar un poco a este SENTIMIENTO ILIPLENSE.

Así pues, os encontraréis con muchas apreciaciones personales, con anécdotas propias, con leyendas e historias populares y, por supuesto, con opiniones del que escribe, al fin y al cabo es mi blog, son mis palabras y tenéis la libertad de abandonarlo cuando queráis.

Sin más dilación ni explicaciones vamos a empezar con un lugar emblemático para mí:
Inicio de visita

LA PUERTA DEL BUEY.

Tradicionalmente debe su nombre a una leyenda cuyo origen desconocemos, en la misma se relata que, durante el asedio de Alfonso X a Niebla (años 1261-62), el rey taifa de Niebla, Ibn Mahfuz,mandó cebar un buey y sacarlo de las murallas para hacer creer a los sitiadores cristianos que les sobraban los alimentos…

Hasta aquí bien, si no fuese por su carácter legendario y no único; en Monsanto (Portugal) existe una leyenda muy parecida, aunque en este lugar la diferencia está en que los defensores eran Templarios, mientras que los que asediaban eran musulmanes; también en Carcassonne (Francia) ocurre algo similar, aunque con un cordero, como vemos puede venir de crónicas medievales que circularon por la Europa/Castilla medieval y que se adoptaron como propias en lugares con monumentos suficientemente importantes como para darles veracidad. Sobre el argumento lógico, yo suelo decir que en el caso de Niebla tampoco tiene mucha lógica que se sacara el buey por una puerta que no era donde estaban asentadas las tropas cristianas, como veremos en su momento, de ser real hubieran mostrado el buey cebado por la Puerta del Socorro.

Castillo de Monsanto. foto: wikipedia

Arquitectónicamente hablando es una de las puertas más monumentales de las cinco musulmanas que se conservan en la muralla de Niebla, tanto por sus dimensiones como por su estilo y acabado; sobre su diseño en “L” nos extenderemos en la puerta del Socorro, mejor acondicionada para ello.

Aunque no tenemos una fecha cerrada para las puertas iliplenses, todo parece indicar que es durante el siglo XIII cuando se construyen las murallas que hoy conservamos junto con sus puertas de acceso, sobre la del Buey destacar que es la única que conserva la decoración de pequeños polilobulados en ladrillo sobre el alfiz rehundido que enmarca a los típicos arcos de herradura musulmanes, lo que la hace especialmente bella. Como decimos, el siglo XIII y la dominación almohade de al-Andalus puede ser el momento de máximo esplendor de Niebla, o Labla, junto con el posterior reino de taifa de Ibn Mahfuz, la necesidad de albergar una mayor población, además de darle monumentalidad a esta cabecera del occidente andalusí hizo que se ampliaran las antiguas murallas romanas, utilizándolas para fortalecer las nuevas.


Situada en la parte suroeste del recinto amurallado, a su belleza intrínseca y monumental se les añaden dos factores naturales que realzan su valor aún más, nos referimos primero a la cercanía y vistas al río Tinto, verdadera razón de ser de la ubicación de Niebla, como veremos un poco más adelante, y en segundo lugar el hecho de mirar hacia el occidente, por donde se pone el sol, si tenemos la ocasión de poder estar en la Puerta del Buey al atardecer, veremos cómo los postreros rayos realzan el color rojizo (cada vez menos) del río. Quizás estas circunstancias llevaron durante mucho tiempo a ser un lugar de encuentro de personas mayores, dejando apaciblemente pasar las últimas horas del día. 

De todas las puertas de Niebla, la del Buey es la que dispone de un horizonte más amplio y despejado; lo que ha favorecido una curiosa coincidencia: el uso fundamental de un elemento que, en mi opinión, se ha asociado erróneamente en demasía con Niebla, la pólvora. En su momento hablaremos de este error histórico, pero sí hay que reconocer que es precisamente en la Puerta del Buey donde más uso se hace de la misma en la actualidad, ya que las fiestas patronales que implican procesión, llevan durante el recorrido de las mismas a las inmediaciones de la puerta para festejar los tradicionales fuegos artificiales, curiosa coincidencia ¿verdad?

Los festejos patronales me lleva a un elemento que pasa desapercibido para el visitante, si miramos desde la puerta del Buey hacia el acceso más nuevo, a la derecha encontramos una columna de mármol rematada por una cruz de hierro; en su día tenía en el cuerpo de la columna una serie de letras que explicaban el motivo de su erección, que no era otro que conmemorar a los santos patronos de Niebla, pero las letras fueron desapareciendo poco a poco por el vandalismo local, que también lo hay, como en todos lugares, lo que no lo justifica. Decía que pasa desapercibido porque tenemos, que yo sepa, uno de los pocos fustes de columna de mármol completos que están repartidos por Niebla, como la mayoría de restos de este material, son elementos de una Niebla romana que se desmontó para embellecer otros edificios o lugares, incluso durante el siglo XX algunos trozos de columna sirvieron como escalones de entrada a casas particulares; no nos asustemos, la utilización de materiales de acarreo es lo más normal en la Historia Universal, ya que son elementos baratos y cercanos de encontrar.


Pasemos al interior de la puerta; si miramos hacia arriba nos encontraremos una bóveda hemiesférica vahída de ladrillos, común a casi todas las puertas principales; pero como elemento diferenciador de las demás, la del Buey conserva la escalera de acceso al segundo cuerpo, no sabemos si original o producto de la gran rehabilitación que E. Whishaw hizo de esta puerta con la construcción de su museo y casa particular.

Interior de la puerta

Como hemos referido anteriormente, en la documentación que se conserva en el Archivo Histórico de Niebla, se refiere desde sus documentos más antiguos (último tercio del siglo XVI) a la puerta con el nombre de “Puerta del Buey”, y toma capital importancia, junto con la de Sevilla con respecto a las demás, al fin y al cabo es la que da salida hacia el occidente, donde van el camino de Veas y Trigueros, el de  San Juan del Puerto y Guelba, y el de América y sus llegadas durante el XVI. Esta importancia también la hemos podido constatar en las numerosas órdenes de cierre que el cabildo tuvo que dar cuando las epidemias de peste asolaron los alrededores y ciudades importantes andaluzas (podéis releerlo en las entradas del blog referentes a ello).

AHN, legajo 1, 19 de mayo de 1581

Saldremos de la Puerta del Buey hacia el interior del recinto amurallado por una escalera que tiene que salvar una altura inexistente cuando se construyó, producto del paso de los años y de sucesivas capas de relleno de estratos que guardan celosos el paso de los años de Niebla, es un “problema” que afecta a todo nuestro pueblo, vivimos sobre capas y capas de momentos vividos por iliplenses de muchos siglos atrás, igual algún día le demos la importancia que tienen y consigamos desentrañar todo lo que nos reservan.

cara interior de la Puerta del Buey

Aquí dejo mi paseo por hoy, que retomaremos en la siguiente entrada; perdonad mi entrega lingüística y de opiniones, pero es como lo vivo y como lo siento, durante mi vida he guiado a muchas personas por nuestras calles, y no conozco otra forma mejor de hacerlo que mostrarles lo orgulloso que me siento de ser y conocer la Historia de mi pueblo.

Descansad y poneos cómodos que tenemos carrete para largo

Pelayo Castillo Palacios y Antonio Bonilla Giles.


           

domingo, 8 de marzo de 2020

CATALINA MENDES, UNA MUJER ILIPLENSE



Hoy toca hacer un reconocimiento femenino, el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, institucionalizado por Naciones Unidas en 1975 se está convirtiendo en una verdadera marea, pero ¿y la Historia? Pues, desgraciadamente las fuentes que tenemos originales han sido escritas por hombres (hasta la fecha todos los cargos locales han sido masculinos, sin excepción). La etapa denominada Historia Moderna era predominantemente de ascendencia machista, el papel de la mujer quedaba relegado a la procreación, el trabajo y poco más, sin capacidad de decisión, sin independencia social ni económica y un largo etcétera que no ahondaremos en esta entrada.

Por eso nos llamó poderosamente la atención desde el principio un nombre de mujer, y decimos bien desde el principio, porque constatamos su primera aparición en las actas capitulares del 26 de enero de 1588, es decir en el legajo nº 1 de nuestro Archivo; al principio le das la relativa importancia que tiene un nombre femenino cual isla en medio de un océano de cargos, libranzas, denominaciones, repartimientos y todo el entramado burocrático de la Niebla de fines del XVI, pero cuando el nombre se repite año tras año y en las circunstancias que desarrollaremos adelante se acaba convirtiendo en esa compañera de viaje que sacaba de nosotros la muletilla de “ya está aquí otra vez…”

CATALINA MENDES, así aparece, aunque si lo actualizamos probablemente su apellido sería Méndez;  pero, ¿qué la hace tan atractiva para nuestro estudio?¿por qué la hemos elegido para un día como hoy? No vamos a seguir un orden cronológico estricto, queremos compartir cómo fuimos descubriendo a esta mujer que imaginamos “especial”. Incluso podemos añadir que tan sólo en las primeras entradas se recoge su ¿segundo apellido?, Catalina Mendes Morena, es algo muy inusual en este época, de hecho pensamos que morena se refería más a un apodo o condición de negra/mulata, ya que con este apelativo o el de “pardo” se recogen a los iliplenses de los padrones más antiguos que conocemos.

legajo 1, 224rº

Desde el principio dos circunstancias relativas a Catalina se repetían: el pago a los clérigos de la iglesia de Santa María de un treintanario de misas por Catalina Mendes, lo que nos iba indicando que se trataba de una difunta que había ordenado en su testamento una serie de misas por su alma, hasta ahí todo normal para la época (hoy se sigue haciendo); pero la mayor parte de las entradas en las actas capitulares solían reflejar que se dé limosna a… del patronazgo de Catalina Mendes por su casamiento, significando que siempre las destinatarias eran mujeres, en la mayor parte de los casos, naturales de la villa, pobres y honradas.

En el legajo 239 encontramos lo que suponemos una parte del testamento de Catalina, pero copiado con posterioridad, ya que la escritura es propia del siglo XIX, del mismo extraemos algunas partes:

Y mando y es mi voluntad sean así mismo obligados los posee- / dores deste vínculo luego que yo fallesca, a dar tres / mantos y tres sayas de anascote[1] cada año, el día de la / Concepción de Nuestra Señora a tres parientas pobres / mías, y no habiéndolas se les dé a tres, las más pobres / deste pueblo…

Y es mi voluntad, mando que luego que yo fallesca / el poseedor dese vínculo, y los demás que por su / orden los tuvieren, an de ser obligados a dar cada / año un dote de veinte ducados, que valen doscientos y veinte / reales de vellón, por el día de Nuestra Señora de Concepción a qualquiera / parienta pobre mía, que se pusiere en estado de ma- / trimonio; y no habiendo parienta que se case, se le dé / a la más pobre deste pueblo; y si hubiere un año o / más que no haia parienta, ni vezina pobre, que / se case y ponga en estado, en el año siguiente ha de ser / obligado a dar dos dotes, o más, según los que no se / hubieren dado…

A efectos comparativos, y teniendo en cuenta que 1 ducado equivalía a 375 maravedís,  nos consta que a finales de 1588 el maestro de escuela (cargo que contrataba y pagaba el cabildo) cobraba 6000 maravedís al año, por lo que los 20 ducados de dote que se daban equivalían al sueldo de un año del maestro; también tenemos otras referencias más básicas como que la libra de carne de cordero costaba 17 maravedís, la de pan de trigo 7, o el cuartillo de aceite (1/2 litro aprox.) 16 maravedís, es decir, la dote suponía una ayuda relativamente importante en una sociedad iliplense bastante empobrecida.
ducado de 1580, foto de portal de Fuenterrebollo

A pesar de las indicaciones de la finada, el patrimonio que dejó tuvo que ser bastante importante, toda vez que muy pronto se empezaron a dar no una o dos dotes, por ejemplo, en 1604 extraemos del libro de registro del Patronato 7 dotes que van desde los 10 hasta los 50 ducados. Este referido libro cobra especial importancia por varios motivos:

En primer lugar porque nos indica que Catalina Mendes fue difunta e Yndias, algo que hemos constatado en otros iliplenses que iniciaron el viaje americano, a su muerte testamentaron a favor de instituciones de su villa natal, bien iglesias, bien patronatos, capellanías, ermitas u otros menesteres que en un futuro os iremos contando. Hasta el momento, la única Catalina Méndez que nos consta entre las embarcadas en el siglo XVI, es la esposa de Alonso de Aymar, hija de Juan Méndez y Beatriz Méndez, natural de Sevilla, y que en 1577 parte hacia Nueva España… ¿acaso es “nuestra” Catalina Mendes?, sinceramente no podemos asegurarlo, tal vez en un futuro.

Otra circunstancia que nos llama poderosamente la atención es que fuese el cabildo quien gestionara la economía del patronato; aunque se recoge en el testamento que nombro por patronos celadores de las obligaciones deste / vínculo al servidor del beneficio y cura desta yglecia (la de Santa María)  / y a el alcalde más antiguo que es o fuere… desde el principio se encarga el cabildo de pagar las misas y de custodiar el libro de registro de entradas y salidas del patronazgo, de hecho, en las visitas del arzobispado de Sevilla, el visitador solicita el libro para fiscalizarlo, sin embargo, en las numerosas capellanías que se recogen en la documentación del Obispado de Huelva, no aparece la de Catalina, lo que nos da pie a suponer que, contrariamente a los acostumbrado en la época, el patronato no estaba controlado por la iglesia, por petición expresa de su fundadora.

Libro de cuentas del Patronato que fundó Catalina Mendes; AHN leg. 239

Este libro tiene como última entrada una visita arzobispal de 2 de enero de 1657, pero sabemos que hasta 1738 se estuvieron dando dotes del patronazgo, ¿pasó en 1657 definitivamente al control exclusivo del Cabildo?

En definitiva, Catalina Mendes es un personaje femenino que se salió un poco de los cánones machistas que regían el siglo XVI, marchó a Indias donde consiguió una posición económica desahogada, fundó un patronato de ayuda a mujeres pobres, y lo puso en manos del Ayuntamiento y no de la Iglesia. No se nos ocurre hasta ahora una mujer más adecuada para celebrar este 8 de marzo, porque la Historia va desenterrando poco a poco a aquellas que tuvieron al menos la misma importancia que sus contemporáneos masculinos.

Pelayo Castillo Palacios y Antonio bonilla Giles




BIBLIOGRAFÍA:
AHN, legs. 1 a 11 y leg. 239
PARES, Archivo General de Indias, relación de embarcados a Indias durante los siglos XVI al XVIII.


[1] El anascote​ o añascote es una tela cruzada​ de lana peinada, lisa, áspera, tejida en crudo y teñida en piezas. Se usaba generalmente para mantos de mujer y, a veces, con ella se hacen vestidos, chales y más comúnmente, delantales

miércoles, 4 de marzo de 2020

GONZALO DE SANDOVAL Y LA EMPRESA AMERICANA


No puedo empezar esta nueva y sustanciosa entrada sin agradecer al otro “loco de los papeles viejos” que lleva ya unos meses dejándose la vista en el inabarcable Archivo Histórico de Niebla. GRACIAS NICOLÁS por esta pista que me diste y que me ha tenido buceando en la historia de nuestro pueblo, en sus habitantes que tanto tiempo atrás vivieron y, como en este caso, murieron dejando su huella para que unos enamorados de su pueblo los rescataran casi 500 años después.

Nos iremos hasta 1528 y cruzaremos un océano casi recién dominado por marineros españoles a las órdenes de un visionario italiano. Por tierras americanas se encuentra un personaje que pasará a la historia como uno de los grandes conquistadores españoles, Hernán Cortés, y con él uno de sus capitanes y considerado como su lugarteniente, Gonzalo de Sandoval, natural de Medellín, igual que Cortés, con quien algunos cronistas emparentan a Gonzalo.

Es Gonzalo de Sandoval quien nos ocupa en esta entrada; no nos detendremos en sus peripecias y conquistas americanas, sino en sus últimos días en Castilla. Es en el año 1528 cuando Carlos I ordena a Cortés que vuelva a Castilla, y éste junto con sus hombres parte a mediados de abril, llegando al puerto de Palos en mayo siguiente. Durante la travesía Gonzalo de Sandoval enferma, motivo por el cual no llega (ni llegará) a Sevilla con Cortés, quien lógicamente debió seguir la misma ruta que los desembarcados en Palos hacia la Casa dela Contratación sevillana, pasando por la primitiva ruta romana que atravesaba Niebla y cuyo uso se ha prolongado hasta tiempos actuales.

Grabado del siglo XVIII con la imagen de Sandoval


Inicialmente Gonzalo se aloja en Palos, pero a los pocos días, concretamente el 23 de mayo de 1528 toma aposento en las casas mesones que Pedro de Toro tiene en los arrabales de Niebla. Lamentablemente no tenemos constancia de documentos en el Archivo de Niebla de esa antigüedad, y tampoco aparece el nombre del mesonero en el padrón de 1503, aunque sí es significativo la existencia en estas fechas de 3 mesoneros, acaso motivado por esta ruta Palos-Sevilla que, a 30 kilómetros de la primera hacía de Niebla un buen lugar para detenerse a descansar e incluso a pernoctar, dependiendo del medio de transporte utilizado. Tampoco debemos descartar la gran crisis local que produjo el saqueo de 1508 de Niebla, que hizo emigrar a la mayor parte de la nobleza iliplense del momento.

Réplica dela nao "Victoria" 1522, similar a las usadas en los tornaviajes

Fuese como fuese es muy lógico que, enfermo de gravedad como estaba, el viaje fuese más lento que el normal de sus compañeros, tan grave se suponía Gonzalo que el mismo día de su llegada a Niebla redactó su testamento ante una serie de testigos entre los que se encontraba Miguel Ximénez, clérigo de la iglesia de San Martín y su último confesor, a quien también nombró albacea de sus bienes (principalmente con objeto de sus exequias fúnebres).

Tradicionalmente se ha publicado erróneamente y basándose en las crónicas de Bernal Díaz del Castillo que Gonzalo de Sandoval murió en Palos y fue enterrado en la Rábida, incluso con la presencia de Cortés en su óbito, pero María del Carmen Martínez Martínez desmonta toda la versión de Bernal Díaz en una publicación de la que hemos extraído lo principal de esta entrada (ver bibliografía consultada)

supuesta espada de Gonzalo de Sandoval en el monasterio de la Rábida

Martínez refiere cómo sus albaceas fueron Miguel Ximénez y los padres de Gonzalo, Juan de Sandoval y Cecilia Vázquez:

Establesco por mis albaceas y ruégoles que los sean mi padre e madre y al padre Miguel Ximénez, mi confesor, clérigo cura de la dicha iglesia de San Martín desta dicha villa de Niebla, a los cuales doi poder complido para cumplir este mi testamento…

El día de su muerte el alcalde de Niebla y el escribano de cabildo hacen un inventario de sus bienes, que quedan depositados en manos del mesonero Pedro del toro a espera que los padres de Sandoval los reclamen, cosa que hacen en los primeros días del mes de junio, cuando Juan de Sandoval que se encontraba en Sevilla manda por ellos, pero se encuentra con el problema que la Casa de la Contratación de Sevilla, por medio de sus oficiales había requisado el oro americano que Gonzalo traía en dos arcas, por no haberlo declarado al embarcar; esta situación provocará un pleito cuya documentación y testimonios han servido a Martínez para aclarar los últimos días y el enterramiento de Gonzalo de Sandoval.

Los restos de Sandoval se ubican en la iglesia de San Martín de Niebla, tal y como recoge en su testamento recién redactado.

Mando mi cuerpo a la tierra donde fue formado y si de mí acaeciere fallecimiento desta enfermedad, que mi cuerpo sea sepolturado y depositado en la iglesia del señor San Martín de esta villa de Niebla, en el más honrado lugar della, y que después mis huesos sean trasladados y llevados a la dicha villa de Medellín, en el lugar que a mi padre pareciere e a mi madre…

Iglesia de San Martín en la actualidad

Desgraciadamente no sabemos si fueron sus restos trasladados a Medellín con posterioridad, ya que cualquier registro documental de la propia iglesia de San Martín fue expoliado y saqueado en 1931 por una turba de mozalbetes y chiquillos, toda vez que el templo hacía tiempo que se encontraba cerrado y abandonado para el culto. Tampoco el estudio arqueológico nos puede ayudar, ya que en las intervenciones de urgencia realizadas en el año 2003 dieron como resultado un subsuelo excesivamente alterado y removido, aunque alguna de las catas sí dio con sepulturas que necesitarían de un estudio más exahustivo para fecharlas o de una excavación en extensión; lo que sí nos consta es la utilización en el tiempo de los templos iliplenses como lugar de enterramientos de fieles. Es el caso de Gonzalo de Sandoval, cuya tumba fue visitada por algunos viajeros que venían de Indias hacia Sevilla, toda vez que la importancia del finado era suficientemente conocida en la Castilla y en la Nueva España de principios del siglo XVI.



Esta pequeña joya que tan ilusionado me ha tenido los últimos días también ha servido para confirmar varios aspectos de la historia de Niebla:

 En primer lugar el grado de desconocimiento que tenemos de la misma; salvo honrosos casos de investigación seria todo lo que podemos leer sobre la misma se para en la concesión del título de condado (hoy incluso usurpado sin justificación posible por organismos oficiales) en 1368, o, como mucho en el saqueo de 1508 y todo desaparece hasta la Guerra de Independencia, cuando los franceses parece que tienen la culpa del deterioro de 300 años de olvido iliplense. Con nuestros granitos de arena pretendemos ir llenando este enorme vacío de historia local, somos pocos, pero persistentes.

Para continuar el papel de Niebla en la empresa americana; sin duda tuvo que tener su protagonismo, y no son argumentos míos, sino escuchados y debatidos en las jornadas Internacionales sobre el Descubrimiento que se vienen desarrollando en San Juan del Puerto desde hace años. Parece que los iliplenses estaban tan sojuzgados al duque y a su propia pobreza y desgracia que se quedaron en tierras de su condado rumiando en silencio su desesperación. Hace tiempo que cuestioné este anonimato nieblero en los documentos y, os puedo decir que Bernardino de Flores (1511), Alonso González de Montemolín (1511), Cristóbal González (1511), Antón Gómez (1514), Juan Gómez (1514), García Molina (1517), Hernando Vallerino (1534), Antón Escobar y su hermano Juan (1534), María García (1534), Juan Guillermo (1534), Juan de Jerez (1534), Catalina Sánchez (1535), Cristóbal Fernández (1536), Francisco Álvarez (1538), Antona González (1539), Alonso de Herrera y su hermana Ana (1539), el clérigo Gallegos (1552), Melchor Díaz (1564), Alonso de Orta (1581), Diego García de Segura (1586), Cristóbal Cirre (1587)… y otros más cruzaron el océano Atlántico quizás siguiendo las historias y relatos que les contaban los viajeros que durante el siglo XVI pasaban por Niebla camino de Sevilla. Pero todos estos iliplenses aventureros serán objeto de nuestras publicaciones más adelante. Hoy sirva el homenaje a Gonzalo de Sandoval, capitán y conquistador, que quiso enterrarse en Niebla.

Por último la soledad del investigador, muchos son los que nos leen y que ofrecen su ayuda y tiempo, pocos son los que aparecen en algún momento y os prometo que trabajo hay para varias vidas de muchos enamorados de su pasado; los documentos están ahí durmiendo desde hace siglos esperando que alguien los rescate del olvido; puede que sea la pasión la que me lleve, pero os garantizo que en ocasiones puedo sentir lo mismo que ese escribano del siglo XVI recogiendo con su pluma las vicisitudes de una villa cabecera de l condado de su nombre.


Pelayo Castillo Palacios y Antonio Bonilla Giles


BIBLIOGRAFÍA FUNDAMENTAL:

-          ANASAGASTI VALDERRAMA, ANA MARÍA y RODRIGUEZ LIAÑEZ, L.  Niebla y su tierra en la Baja Edad Media: historia y documentos  [Huelva]: Diputación de Huelva, Servicio de Publicaciones, 2006, 2 v.
-          ARCHIVO DIOCESANO DE HUELVA. Niebla. Sección Gobierno. Caja 1.
-      ARCHIVO HISTÓRICO DE NIEBLA. leg 1 y ss.
-                  -        MARTÍNEZ MARTÍNEZ, MARÍA DEL CARMEN. Bernal Díaz del Castillo y los últimos días de Gonzalo de Sandoval: relato y realidad. En “Conflicto, negociación y resistencia en las américas” Izaskum Álvarez Cuartero (ed.). Universidad de Salamanca. 2017. Pp. 95-106.
-                 -           PARES. Archivo General de Indias: relación de pasajeros a Indias; testamentos
-                 -           RASTROJO LUNAR, BELTRÁN PINZÓN Y GOMEZ TOSCANO. Intervención arqueológica de urgencia en la plaza de San Martín (Niebla). Informe preliminar. Universidad de Huelva. 2003.