"STAT ROSA PRISTINA NOMINE, NOMINA NUDA TENEMUS"

"STAT ROSA PRISTINA NOMINE, NOMINA NUDA TENEMUS"

El blog de Pelayo Castillo Palacios

sábado, 27 de junio de 2020

ROBERT DUNDAS MURRAY, PARTE I, LLEGADA A LA NIEBLA DEL XIX


         Hace unos meses, desde antes del confinamiento que somos "multitud" en el Archivo de Niebla, hay días en que nos podemos juntar 6 investigadores que, al final, acabamos haciendo un grupo de trabajo en el que la información es intercambiada sin problema, cada uno con su trabajo y todos ayudándonos en la medida de lo posible.

          Hoy quiero presentaros a Nicolás, iliplense y del barrio de Santiago, como tantos hicimos en su momento se alejó de Niebla por motivos laborales, pero sus ancestros e interés por la historia de nuestro pueblo nos acaba arrastrando a estos quehaceres. Nicolás se ha centrado en el siglo XIX y hace muy poquito me pasó un artículo suyo sobre un libro de viajes y un viajero inglés de mediados del referido siglo que pasó por Niebla y reflejó sus impresiones, como me ha parecido una visión fantástica de nuestro pueblo, además de esas segundas y terceras lecturas que se pueden sacar de todo, con el permiso de Nico os voy a ir publicando su artículo por partes, no voy a modificar nada del texto, si acaso añadiré alguna imagen aclaratoria por eso de que los blogs prefieren imágenes a largos textos, pero ya os adelanto que no tiene ni una coma de desperdicio. Disfrutadla e iremos intercambiándolas con nuestras etapas actuales.

Gracias Nico.


Robert Dundas Murray y su visita a Niebla

Entre 1846 y 1847 viaja por España Robert Dundas Murray, autor de la obra The Cities and Wilds of Andalucia (Londres 1849). Llega a las tierras de Huelva procedente de Sevilla. En este viaje que comienza en el mes de mayo, se encamina a Moguer. Con anterioridad ya estuvo por tierras onubenses, el mismo nos comenta que fue encarcelado en otro viaje por la autoridad del pueblo de Escacena del Campo.

facsímil de la edición de 1853

En su periplo por las tierras de Huelva; visitó Tejada, Escacena, Niebla, el valle del Río Tinto, Palos y el Convento de La Rábida, Campofrío, Aracena, La Corte y Cala.

Al llegar a Sanlúcar la Mayor nos describe la posada.
"En Sanlúcar la Mayor me detuve para cenar en la posada, que puede tomarse como modelo de las posadas de toda Andalucía. La atención y el trato que se ofrecía allí era parecido al que por regla general el viajero puede esperar. Al entrar en lo que en Inglaterra podría considerarse un cuchitril de la peor especie, encontré a la dueña sirviendo en la única sala que había destinada a los huéspedes; en una de las esquinas había dos hombres jugando a las cartas y como es usual, aderezando su diversión con exclamaciones y juramentos de mal gusto".

LLEGANDO A UNA POSADA. Castille and Andalucía,de Lady Louisa Tenison (1853)

Entre Escacena y Niebla

Transita el viajero de Escacena a Niebla acompañado de un guía. Nos cuenta el estado de los caminos por los que circula, "esos caminos de herradura tan característicos del país", desgastados por el uso y las inclemencias del tiempo, poco transitables y llenos de vegetación.
"...el camino se hundía como si se metiese en la tierra y se convertía en una verdadera zanja lo suficientemente ancha como para permitir el movimiento del carro. Plantas trepadoras colgaban de los farallones de tierra de este singular camino y se enganchaban a nuestros sombreros y nuestras capas..."

Nos describe el paisaje y sus campos de labranza, las llanuras cultivadas con laboriosidad, campos de maíz de trigo, olivares y dehesas donde pastan las manadas de ganado.
" ...hacia una llanura que presentaba todos los signos de estar laboriosamente cultivada. Enormes campos de maíz todavía verde y de trigo a punto para la hoz ... oscuros olivares ... había una vasta dehesa donde ramoneaban numerosas manadas de ganado. "

Una pequeña observación tengo que hacer a estos comentarios. Nuestro viajero se centra en los aspectos negativos de los lugares que va recorriendo y esto puede resultar normal; pero llama la atención el momento en que nos relata algún aspecto positivo del paisaje observado, como pude ser la laboriosidad y abundancia de los cultivos; entonces Murray le pone pegas, en este caso, el carecer del encanto de la variedad y el cansancio de la monotonía visual.
"Por otro lado era un paisaje que bien podía hacer feliz el corazón de su dueño, con sus promesas de dorados granos y del trabajo bien recompensado, pero carecía del encanto de la variedad y la vista pronto se cansaba de ver un campo tras otro de ondulante cereal.

Causas del abandono y la desolación

Nos comenta que el camino pasa por pueblos con apariencia de demolición y estados ruinosos, lugares miserables, aunque matiza que se pueden ver con frecuencia casas con muy buen aspecto que tienen dueños, "señores" en sus palabras, con patrimonio y refinada educación. Y motiva esta desolación "por la inseguridad de vida y propiedad que prevalece en España". Así explica que dueños y braceros eligen el pueblo o la aldea próxima a la propiedad para vivir, y no la casa de campo, teniéndose que trasladar para llegar al cortijo y lugar de trabajo.
"Ningún hombre piensa en tener su hogar en una casa de campo, sino que escoge el pueblo o la aldea que esté más cerca de su propiedad, y desde allí sale para controlar y dirigir las tareas de sus empleados. Por esa misma razón son muy raros los cortijos; el dueño y el bracero habitan en el mismo pueblo y a menudo tienen que trasladarse más de una o dos tediosas leguas antes de llegar hasta el cortijo."

Otro motivo del abandono de casas de campos y cortijos, según Murray, es el declive económico y social de sus propietarios. Marqueses de titularidad comprada, enriquecidos en las tierras americanas, y ahora, con sus herederos arruinados.
"... La historia de esta casa era una historia cotidiana; el que la construyó había vuelto desde Méjico cargado de riquezas, que le permitieron comprarse el título de Marqués y construyó su casa con sus columnas de mármol y su costosa ornamentación. Su heredero dilapidó la fortuna de sus padres rápidamente, dinero que con toda probabilidad era de dudosa procedencia; y los terceros en la línea sucesoria ahora residen en La Isla en la más completa indigencia y bastante ocultos. Sus necesidades han sido tales como para llegar a vender hasta el mismísimo tejado y la solería del hogar de sus antepasados por la suma que les puedan dar por la madera"..

Mansiones importantes están ahora sin tejado, desmanteladas y con los muros desmoronados, convertidas en corrales para guardar ganado.
"...subía a las habitaciones superiores una escalera de maravilloso mármol blanco, aunque ahora tristemente hecha pedazos y mutilada."

Niebla a la vista

Desde lejos se divisan las torres de Niebla. Llegaron a la orilla del río Tinto y el viajero realiza una breve descripción de su aguas y entorno. Atraviesan el cauce por el puente de nueve arcos, Murray dice de él que es antiguo pero no indica su procedencia romana.
"Por fin llegamos a la orilla del Río Tinto; sus oscuras aguas, que salían a borbotones por encima de un canal en la roca nos daban idea de frescor en delicioso contraste con el insoportable calor que cargaba la atmósfera. Siguiendo el sinuoso cauce del río durante una corta distancia llegamos a un lugar donde un antiguo puente de nueve arcos lo cruzaba".

El viajero describe lo que ve: las ruinosas y deterioradas murallas, bordeadas por el paso del río, junto a un castillo con almenas.
"... se elevaban las calcinadas y desmoronadas murallas del pueblo, coronando un pequeño montículo por cuya base seguía serpenteando el río que acabábamos de pasar; mientras que más cerca del puente las elevadas almenas de un castillo se asomaban y dominaban el pasadizo que las atravesaba".

Acceden al pueblo por un camino muy deteriorado que transcurre por una cuesta empinada llena de piedras. La vereda tiene en sus lados adelfas y está delimitada por una ladera de enormes rocas.
"El camino entre el puente y el pueblo parecía haber sido obra de los elementos y del tiempo más que un camino hecho por la mano del hombre. Subimos penosamente por una empinada vereda empedrada por las rocas que los torrentes invernales habían dejado y bordeada a cada lado por arbustos de adelfas, cuyas flores de brillantes colores daban la bienvenida a los doloridos ojos que tanto habían sufrido la intensidad del sol sobre los polvorientos caminos. Enormes rocas interceptaban nuestro avance a cada paso y cubrían la ladera al lado y por debajo de donde nos encontrábamos; otras habían caído al lecho del río donde la espuma que formaba el agua al golpearlas señalaba el lugar en el que se encontraban".

Imagen del  Ilustrated London News (1889)

La casa de Morfeo

El viajero y su guía se encaminaron a una posada que estaba frente a la entrada del recinto amurallado con la intención de almorzar. La imagen de este albergue no agradó a Murray. Junto a la entrada había muleros sesteando sobre sus mantas..
"El aspecto de este hospedaje para hombres y bestias era de todo menos reconfortante para un viajero cansado del camino".

No fueron atendidos ni recibidos a su llegada, introdujeron los caballos en la casa, por todos lados había gente tumbada. Un corpulenta señora sentada en una silla baja les indicó que ni había cebada para los animales ni provisiones.
"Nadie se preocupó en lo más mínimo de nosotros, ni siquiera hubo alguien que abriera un ojo, aunque el ruido de los cascos de nuestros caballos mientras los llevábamos por el empedrado de la casa debió haberse escuchado hasta el más alejado rincón; en vano estuve buscando al dueño del establecimiento entre las formas yacentes que había por todos lados, mientras mi guía, que conocía mejor las costumbres del lugar, se dirigió a una corpulenta señora que estaba retrepada medio dormida en una de las sillas bajas que se utilizan en el país y le preguntó si tenían cebada para su animal".

 Posada del siglo XIX en Andalucía. https://elsobrino.wordpress.com/tag/posada/

domingo, 7 de junio de 2020

SAN WALABONSO, PATRÓN POR FERVOR DE SU PUEBLO






El año pasado, justo antes de la presentación sobre “La Virgen del Pino en las fuentes documentales”, en la revisión e inventario que estamos realizando poco a poco en el Archivo Diocesano de Huelva, nos llegó el legajo 390, ya advertí en mi muro de Facebook que “si nuestros lectores supiesen lo que teníamos entre manos iban a disfrutar un montón”. Hoy es ese día. Nos referiremos a un documento de más de 200 folios en el que se acabó dirimiendo el patronazgo de Niebla.

El 5 de julio de 1759, Ignacio Sañudo de Medina, en nombre del convento de Santo domingo de Niebla, comienza un pleito que le llevará 7 años (hasta febrero de 1766) en el que intenta justificar que el patronazgo de la villa de Niebla corresponde a Santo Domingo de Guzmán en exclusiva, y que la celebración “popular” de los patrones San Walabonso y de Nuestra Señora del Pino, no tienen justificación legal. Situación que, en su opinión y la de los frailes del convento, perjudica claramente a su patrón:


agora acaece que por algunos de [  ] / dividuos del pueblo ya con el afecto que tienen al Glo- / rioso Martir San Uvalabonso, o ya por tradición en / su Martirologio Corduvense, creerse o estarse en la in- / teligensia de ser oriundo de aquel condado, han pro- / curado selebrarlo en dicha villa hasiendole fiesta el cauil- / do todos los años y aun publicando algunos eclesiásticos de / ella ser u deuerse guardar por día festiuo, dando cau- / sal y explicando ser patrono también de ella, lo que / están resultando e infiriéndose graues perjuicios es- / pirituales, assí por faltarle el culto, assí en la estima- / ción, como en la aseptación al Gran Padre

Igualmente se queja del “trato preferente” que en esos años recibía la Virgen del Pino:
el proceder de aquella villa, en estos particulares que / desde el año 755, en que experimentó la fatalidad / deste reyno del terremoto, que por auerse reconoci- / do que en la hermita titulada de Nuestra Señora del Pino, / extramuros de ella, no hubo detrimento, ni señal al- / guna de ruina, aclamaron muchos vecinos y el ayun- / tamiento a dicha ymagen por patrona de dicho pueblo; y so- / lemnemente fueron con la anuencia del clero a / hazerle voto y aclamación de tal patrona de for- / ma que, según su inteligencia y en lo que quieren / instruir al pueblo tienen tres patronos

Por tales motivos solicita:

al remedio conveniente se destruigan semejantes / abusos, se conserue, tenga, guíe y selebre por tal / único patrono, como legítimo, cierto y verdade- / ro a dicho nuestro Gran Padre


Hasta aquí no deja de ser más que una queja al Arzobispado de Sevilla, entidad superior de la que dependía la vicaría de Niebla y todas sus parroquias y entidades religiosas, incluso en algún momento de su argumentación, Sañudo manifiesta que “no quiere llegar a pleitos”. El proceso continúa con la solicitud del representante del arzobispado al cabildo secular de Niebla de cualquier documentación que pueda justificar las fiestas de San Walabonso y de Nuestra Señora del Pino.

Santo Domingo de Guzmán

En octubre de 1759, el representante del cabildo, Melchor de los Reyes, no presenta la documentación que los autos del arzobispado de Sevilla le solicita en tal causa, pero propone el “patronazgo compartido”. Fundamentalmente lo justifica con que al ser una propuesta del duque, y como señor de todos esos territorios,  pudo hacerlo para todo el condado y no sólo para Niebla en 1580.

Como se evidencia un desacuerdo entre los dos contendientes, en estos casos el arzobispado propone un interrogatorio supervisado por un representante nombrado por él (en este caso el cura único de Niebla, Pedro Valiente). Cada parte presenta un cuestionario y una serie de testigos que deben ser aprobados por Sevilla.

Una vez aprobado el cuestionario el 10 de diciembre de 1759 el convento de Santo Domingo comienza con sus testigos y con las siguientes preguntas:

1              Pregunte por el conocimiento de las presentes noticia deste pleito, díganle. /
2              Si sauen que esta villa y su ayuntamiento ha estado y está sele- / brando todos los años por patrono al Glorioso Patriar- / cha Nuestro Padre Santo Domingo, en virtud del voto con / trata y promesa hecho por dicho cauildo secular, y / eclesiástico. Licencia y orden del exmo. Señor duque deste con- / dado y asenso del señor arzobispo del arzobispado des- / de el año de 1580, en lo que ni a auido decaden- / cia, ni se ha dudado por parte alguna del pueblo, ni / retenidas, y por lo mismo el cauildo secular jamás / se ha opuesto a la celebridad de su patrono. Lo que sa- / ven por ser y pasar assí acuerlo oído decir a sus maiores / y más ancianos y demás que dirán.
3              Si sauen que sin más que la uoluntad de los capitulares des- / ta villa, se ha hecho y está haciendo fiesta al Glorioso / Mártir San Uvalabonso, por traer tradición ser deste / condado, y que por afecto que le tienen, lo nominan / patrono sin auer licencia del exmo sr. duque desta / villa, ni de sus antesesores; no auer tampoco orden / de los srs. Arzobispos de   Seuilla, porque sólo ha sido por / mero afecto que al dicho Glorioso Mártir le profesan, lo / que siempre así se ha dicho y han oydo decir // (49vº) sus maiores y más ancianos y demás razones que / supieren díganse.
4              Si sauen que con el motiuo del terremoto general que ubo / el año de 1755 y auerse experimentado en la capi- / lla de Nuestra Señora del Pino que está en esta villa, no auer / lesión alguna y que con el afecto y patrocinio que / todos experimentan de dicha milagrosa ymagen, / se han votado fiesta los dos cauildos secular y en- / titulándola también patrona de la villa; y así / desde entonces la titular llaman y festejan y se / presumen y tienen por cierto los testigos auer / sido del mismo modo practicada la advocación que / la del glorioso mártir san Ualabonso, por no auer / para uno ni otro, instrumento ni bula alguna. Lo / que dirán por las razones que supieren, díganse. /
5              Y testigos de público y notorio pública voz y fama, díganse.

Los testigos del convento son Juan Ramírez Cojo, de 90 años; Joseph de Rivera, de 66 años; Manuel de Acosta, de 68; Antonio de León, de 70 años; José de Losas Cumbreras, de 64 años y vicebeneficiado de la iglesia de Santa María; Juan Ignacio Molina Escobar, de 61 años, presbítero y vicebeneficiado de Santa María; Isidro López, de 60 años; Cristóbal Monsalve Ortiz, presbítero y beneficiado de san Martín, de 35 años; Esteban Gómez, de 50 años y vecino de Villarrasa; Domingo Ortiz Coto, de 40 años; Teodomiro Ponce, de 29 años y vicebeneficiado de Santa María; Manuel Rodríguez Peña, de 46 años; Francisco Molina, de 40 años, regidor y alcalde que ha sido; Juan García Domínguez, de 40 años.

Los testimonios son bastante parecidos, aunque debemos decir que los pequeños datos y aclaraciones que alguno de los testigos hace contribuyen a seguir esclareciendo el conocimiento que no tenemos de nuestra población, pero esa irá formando parte de posteriores investigaciones. En líneas generales podemos decir que:

1             Todos los testigos son conocedores de la situación que ha motivado el pleito.
2             Que saben y conocen la celebración de las fiestas en honor de Santo Domingo.
3      Que igualmente se hacen fiestas a San Walabonso pero que desconocen si existe alguna justificación documental para ello.
4             Suelen responder lo mismo para la Virgen del Pino que para San Walabonso.

Dos meses más tarde, el 4 de febrero de 1760, se realiza la declaración de testigos que presenta el cabildo y el clero secular de Niebla, con la presencia y supervisión del prior del convento y presbítero, fray Carlos Fernández; sus preguntas son las siguientes:


1               sobre el conocimiento de las partes y de los autos.
2             Si en los últimos 10, 20, 30 años se ha tenido por patrono principal a San Walabonso; por el clero, el pueblo regular y los pueblos del condado. Experimentado o/y oído de sus mayores.
3               Si se hace fiesta todos los años el 7 de junio, con asistencia del cabildo.
4        Si no sólo en la villa, sino también en Villarrasa, La Palma, Bonares, Rociana, Lucena y Beas, también tienen el 7 de junio como festivo. Celebrando S.Walabonso como patrón del condado.
5                Si en la procesión del corpus y otras la efigie de San Walabonso va en lugar preeminente.
6               Si saben si en la sala capitular hay una imagen de San Walabonso, y que hace 17 años se mandó colocar otra de Santo Domingo a la izquierda de la anterior.
7               Si los capitulares se entierran en el convento de Santo Domingo.
8               Testimonio de público y notorio favor y fama.

En este caso los testigos son: Joseph de Losas Cumbreras; Walabonso Rodríguez, el organista de la iglesia de Santiago; Tomás Ponce, de 34 años; Francisco Vallo “el moreno”, de 60 años; Fray Carlos Fernández, prior de Santo Domingo; fray Domingo de Ledos, procurador del convento; fray Diego Martín Pérez, depositario del mismo; Walabonso Izquierdo; Joseph Pasqual de Torres; Tadeo Pasqual de Torres, presbítero de la parroquial de Almonte; Diego Arroyo; Bartolomé Ramos; Fernando Ortiz, presbítero y vecino de Villarrasa; Juan Ramírez Infante; Narciso Chaparro; Agustín de Rivera y Pedro Ponce Cabrera.

Podemos igualmente resumir las respuestas de la siguiente forma:

1                        Que conocen el pleito y lo que lo ha provocado
2               Desde antiguo saben por experiencia propia o por sus mayores de las fiestas a San Walabonso.
3                  Que se hace el 7 de junio, haciéndolo coincidir a veces con la fiesta del Corpus, y que el cabildo corre con los gastos de la fiesta.
4                  No tienen constancia que se celebre el día de San Walabonso en ningún otro lugar que no sea Niebla.
               Aquí hay más diversidad de opiniones en cuanto al Corpus, aunque parece ser que no era fijo el puesto preeminente en el cortejo, y dependía de quien lo organizara para colocar a Santo Domingo o a San Walabonso (incluso a otras efigies como la de San José) más cerca de la Sagrada Forma o más lejos.
6                      Han visto los dos cuadros que presiden la sala capitular del Ayuntamiento. Siendo la de San Walabonso más antigua.
7          No les consta que los miembros del cabildo se entierren ni que siquiera tengan representación oficial de los frailes del convento, igual a la viceversa.
    
Para recabar más información, el 11 de marzo de 1760 se solicitan los libros de actas capitulares para verificar las anotaciones y entradas en los mismos que existen sobre San Walabonso y Santo Domingo. Nosotros hemos hecho lo mismo y la más antigua que hemos encontrado es la del 11 de agosto de 1581 (legajo 1, fol. 27rº):

En este cabildo se mandó librar seis ducados que se dieron a los clé- / rigos por las fiestas y prosesiones del día de Santo / Domingo.


AHN, legajo 1, fol. 27 rº

Mientras que en el caso de San Walabonso nos tenemos que ir hasta la instauración oficial de su festividad por parte del cabildo en 1624 (legajo 3, fol. 209rº, 24 de abril de 1624).

A partir de aquí comienza un largo proceso de argumentos y contrargumentos, de retrasos en la entrega de autos, de sustituciones de representantes (algunas motivadas por la muerte de los mismos); durante este periodo se indica que el culto y festividad de San Walabonso se siga celebrando hasta la resolución definitiva del pleito.

El 10 de abril de 1765 (6 años después) empieza a entreverse la base de lo que será la resolución definitiva; el cabildo informa que no posee actas capitulares correspondientes al año 1580 (en el que se instituye el patronazgo de Santo Domingo). El arzobispado, en una decisión que consideramos “salomónica” y en nombre del mismo su Provisor General, Joseph de Aguilar, comunica que no ha lugar la pretensión del convento de Santo domingo de retirar la consideración de patrono a San Walabonso y a la Virgen del Pino.

CONSIDERACIONES PROPIAS.

Pensamos que el proceso de patronazgo de Niebla es una evolución de los vínculos que el tiempo va forjando con los habitantes de un lugar. Si partimos de un concepto “oficial”, Santo Domingo posee todas las condiciones institucionales para ostentar el título de patrón, de hecho y aunque no se conserven las actas capitulares de 1580, las declaraciones y justificaciones del convento nos dicen que fue el Duque de Medinasidonia quien propone a su condado la adopción del patrono de la casa de Guzmán para toda sus tierras onubenses. En esos momentos no nos consta que hubiese ninguna imagen, masculina o femenina que lo ejerciera, motivo por el cual al cabildo civil no le costó ningún trabajo votarlo y reconocerlo oficialmente, al fin y al cabo todos los cargos municipales eran concedidos por el propio duque; de la misma forma que es aceptado y votado por el cabildo religioso; el monasterio, fundado sobre el año 1578-79 venía bajo la advocación de un santo más “reconocible” y que no prevalecía sobre ninguno de los titulares de las parroquiales existentes. Si a esa consentida imposición ducal sumamos la posibilidad de celebrar unas fiestas locales sufragadas por el cabildo, tampoco pensamos que la población pusiese muchos inconvenientes.

El problema se comienza a plantear cuando casi medio siglo más tarde toma fuerza la figura de San Walabonso, concretamente en abril de 1624 cuando el arzobispado de Sevilla manda que se celebre fiesta al santo natural de Niebla:

            En este cabildo se acordó que por quanto el Deán y Cabildo de la Ygle-/ sia Mayor de Sevilla, a mandado y ordenado, se rese y selebre fies-/ ta a siertos santos de este arsobispado, contenidos en un / sumario que a enviado. Y en ellos es uno natural de esta villa,/ que se dise San Ubalabonso mártir; que su día se celebra a siete / de junio…



                                                                AHN, legajo 3, fol 209 rº

Contrariamente a lo que siempre hemos pensado el arzobispado no impone el patronazgo, ni tampoco el cabildo vota tal situación, realmente y tras leer detenidamente el legajo correspondiente sabemos que lo que se manda es hacer una fiesta en reconocimiento del santo, indicando además que por su proximidad al Corpus se puede “alargar” la celebración de éste (comedias, ministriles, etc.) y aprovechar para dar culto a San Walabonso. Que el verdadero conocimiento e importancia del santo iliplense se produce a raíz de este mandato sevillano lo podemos deducir de la misma onomástica, hasta la fecha el primer iliplense que encontramos con tal nombre es del año 1659, un presbítero llamado Walabonso del Álamo. Nos parece muy lógico que la historia de un santo natural de la villa, martirizado por una cultura no muy bien vista en pleno siglo XVII y al que además se le hacen fiestas relativamente fastuosas (ya publicamos en este mismo blog la importancia del Corpus en la sociedad del momento), fuese calando en la cultura y afecto popular y ganando terreno frente a otro patrón impuesto por un duque del que los pobladores de Nieblas conocían poco más que las cargas fiscales, personales, o de cualquier índole que le imponía. Tal y como recogen la práctica totalidad de los testigos del pleito San Walabonso era un santo al que se le tenía una gran veneración.

imagen antigua de San Walabonso

En 1759 la situación ha empeorado aún más para el fervor hacia Santo Domingo, 4 años antes se produjo el famoso terremoto de Lisboa que, en cuanto a lo positivo, llevó a Niebla el patronazgo de Nuestra Señora del Pino, en este caso por aclamación popular, ya que ni siquiera se vota en cabildo; el hecho de no haber sufrido ningún efecto la ermita de Lavapiés, así como la ausencia de fallecimientos en Niebla (más la proclamación de los religiosos del año 1755) favoreció que los iliplenses tomaran por patrona a la Virgen del Pino. Aunque directamente no competía con Santo Domingo ya que es muy usual tener figuras patronales masculinas y femeninas conjuntamente, la devoción del pueblo se volcó definitivamente hacia dos imágenes muy próximas, la de un santo natural y paisano y la de una virgen que tenía su ermita a poca distancia de niebla desde mucho antes que se fundase el convento.

En el largo pleito que hemos estudiado inferimos que el Arzobispado se encontró en la tesitura de dirimir entre un Santo más “oficial”, Santo Domingo y otro más “popular”, San Walabonso. Fue precisamente la ausencia de actas capitulares del año 1580 lo que favoreció una decisión “salomónica”, la de reconocer a los tres como copatronos de Niebla, contentando de esta forma a los tres estatutos fundamentales de la sociedad española de la Edad Moderna: Santo Domingo el patrón del duque, San Walabonso el del arzobispado y Nuestra Señora del Pino la del pueblo.

Cómo evolucionó, incluso desapareciendo el culto de uno de ellos, nos lo reservamos para posteriores presentaciones que, como prometimos ofreceremos a los propietarios de la historia de su pueblo; los iliplenses. Sirva este artículo como aliciente a preservar y fomentar lo que nuestros mayores nos dejaron.

Seguimos con nuestra promesa mantenida y realizaremos una exposición sobre San Walabonso en las fuentes documentales cuando las circunstancias lo permitan.

OS DESEAMOS UNAS FELICES FIESTAS DE SAN WALABONSO.



Pelayo Castillo Palacios y Antonio Bonilla Giles