Ayer
sábado estuve casi todo el día en Niebla, aportando mi pequeño granito de arena
a las próximas fiestas. Un día intenso que van preparándonos el cuerpo para las
próximas fiestas de la Virgen del Pino.
Para
variar empezaré al revés, de la noche a la mañana, de la diversión al trabajo;
y, repitiendo la más que grata experiencia del año pasado me dispuse a
disfrutar de la obra del “teatro del cura” con la que Diego “el Maleón” nos
malacostumbra todos los años.
No
tienes escapatoria Diego, la cita con el teatro iliplense se ha convertido ya
en un clásico que preludia las fiestas de septiembre y te va a ser difícil por
no decir imposible dejarnos sin teatro. Ayer lleno casi absoluto y de nuevo
expectación por todo lo alto. Casi tres horas initerrumpidas de situaciones y
diálogos frescos y cercanos, de interpretaciones que no por amateurs son menos
serias y carentes de horas y horas de ensayos. Puede que no seáis
profesionales, pero tan sólo por el hecho de no cobrar, porque la generosidad
con la que derrocháis vuestro arte hace que no queramos perdernos ni una sola
de vuestras palabras, cantes, bailes, gestos, etc.
Sé
que está feo destacar alguno sobre los demás, pero no puedo evitar reír de
nuevo con sólo pensar en ese dúo del “Oreja” y el “Brevón” que en cuanto
aparecen llenan el escenario aunque estén ellos solos.
Mi
más sincera enhorabuena a todos y cada uno de los que hacéis posible una velada
de alegría y felicidad en el Castillo, actores y todos los demás que no
aparecéis en escena merecéis más que el sincero y cariñoso aplauso de vuestros
paisanos.
¡Gracias
y seguid así!
Pero
como os dije al principio he comenzado al revés, por la jornada vespertina, ya
que el día comenzó temprano (para ser verano y periodo de vacaciones). A las
8:00 más de una docena de voluntarios acudieron a la llamada de Cáritas y de
nuestro párroco Marcelino, bueno algunos llegamos un poquito más tarde por “fallos
en las telecomunicaciones”.
Objetivo
MONTAR LA TÓMBOLA PARROQUIAL DE CÁRITAS, este año un poco más difícil porque la
mayoría éramos novatos, pero con tres o cuatro veteranos dando instrucciones no
hubo chapa o tornillo que se resistiese.
La
tómbola es ni más ni menos que el fruto de un trabajo ya comenzado,
fundamentalmente el de la recogida de regalos, clasificación y numeración de
los mismos, encargos de papeletas, establecimiento de turnos y un montón de
reuniones que fructificarán durante las fiestas en la tómbola.
Pero
todo este trabajo no sirve de nada sin la aportación generosa de los que
visitemos nuestras fiestas. De todos es sabido que lo obtenido en la misma es
la principal fuente de ingresos de Cáritas Parroquial, cuya labor hacia los más
necesitados no necesita explicación. No es sólo el factor económico y social,
los mayores la han visto pasar por más de un lugar en Niebla, tiene casi 60
años y es probablemente el elemento visual más tradicional de las fiestas, en
cierto modo se ha convertido por derecho propio en parte de nuestra cultura iliplense.
Las personas pasan, los lugares cambian, pero la tómbola debe permanecer en
nuestras fiestas para cumplir con su importantísima labor.
Ya
tenemos regalos, ya tenemos tómbola y ya tenemos papeletas, sólo nos faltáis
vosotros.
Desde
el punto de vista personal quisiera decir que la mañana de buen rollo y bromas
mientras montábamos la tómbola hace que sea una experiencia absolutamente
recomendable. Todos dejamos nuestros quehaceres diarios para compartir un buen
rato de trabajo en común, para muestra un botón.
Lo mejor que he leído, desde tan lejos. Muchas gracias, amigo Pelayo, ya imprescindible en mi círculo referencial.
ResponderEliminarCarlos I.