"STAT ROSA PRISTINA NOMINE, NOMINA NUDA TENEMUS"

"STAT ROSA PRISTINA NOMINE, NOMINA NUDA TENEMUS"

El blog de Pelayo Castillo Palacios

lunes, 6 de agosto de 2012

LA FUERZA DE LA DEVOCIÓN Y LA AMISTAD


La luna vino a la fragua
Con su polisón de nardos
El niño la mira, mira
El niño la está mirando.
F. García Lorca (Romance de la luna, luna)

Y anoche en Niebla, en tierras de su Condado, la luna de Lorca volvió a lucir su redondo vestido blanco para que los niños, casi un centenar, la mirásemos desde el cariñoso abrazo de las murallas. Para aquellos que emprendíamos el camino por primera vez todo se abría nuevo, éramos niños temerosos ante la senda que se nos ponía por delante: una noche de vivencias únicas, desde las más físicas a las más íntimas. Una caña coronada de romero y ceñida por el rojo y blanco de la Hermandad del Rocío de Niebla iba a ser nuestro báculo e inseparable compañero de viaje, un pañuelo rojo  intenso con el nombre del “culpable” el capote protector que nos igualaba a todos.

La cita, con el Señor de la Columna por testigo, poco antes del cambio de día, saludos, consejos de veteranos a novatos y poco a poco nos vamos emparejando por afinidades a esperar la foto de grupo y el padrenuestro como pistoletazo de salida.


Motivaciones, miles, cada uno tiene al menos una, dos, o varias; yo no lo puedo ni lo voy a negar, la mía (al menos la inicial) es una petición personal de Manolo, avalada por esa amistad que no por reciente es menos fuerte; tengo mis propias sospechas de que el éxito de este año  tiene mucho que ver con esa querida familia, todo corazón y esfuerzo a la que no se le puede negar nada, “si me necesitáis allí estaré, en lo difícil, en lo fácil, en lo bonito y en lo feo… la amistad es así”. Aunque tampoco negaré que los cientos, miles de vueltas que te da la cabeza en el peregrinar abren tu abanico de razones inconmesurablemente. Cierto es que la palabra que más se oye es “promesa”, pero con la sinceridad que quiero que me caracterice os diré que particularmente no creo en un mero intercambio de favores, mi esfuerzo lo dono sin búsqueda de recompensa directa, con la esperanza de que pueda hacerle bien a alguien, conocido o no, que sea la Virgen, como destinataria final de la peregrinación, la que decida qué hacer con mi oración.

Y comienza el camino, vigilado desde lo alto por esa luna que con su menguante casi estrenado parece el queso de los juegos infantiles; dejando atrás el Tinto y sus baluartes nuestra compañera celeste va dibujando los caminos de plata que golpean unos pies todavía veloces y ligeros. El fiel cortejo de vehículos acompañantes aún no es necesario, pero su presencia cercana conforta y augura un final cierto, allá, lejos, en la marisma que espera dormida.

La agradecida oscuridad alivia el caminar, unida a una brisa suave que nos empuja solícita por la carretera hasta nuestra primera parada, Rociana, y allí las primeras viandas que nos preparan para el derroche generoso de energías que resta. Tras este primer agrupamiento algunos se refugian en los vehículos a esperar otro tramo, o haciendo un paralelismo cofrade que creo viene al caso, solo ha sido la primera “chicotá”, no se trata de quemarse al principio, si es necesario hacer un tramo en vehículo se hace y no sucede nada, nadie reprocha nada, como reza el dicho “quien da lo que tiene no tiene obligación de más”.
Tras Rociana el asfalto cede su sitio a la tierra, a veces compactada, a veces suelta, caminos silenciosos escoltados por olivares y viñas que, poquito a poco van seleccionando los grupos, de dos, de cuatro, de ocho o nueve, cada uno con sus propios ritmos y conversaciones, los espíritus y sobre todo los cuerpos aún están jóvenes, hay quien se descuelga un poquito o quien da ese ligero acelerón que motiva el oír una voz conocida más adelante. Mi grupo natural ya está confeccionado, al fin y al cabo a Sebastián (padre e hijo) y a mí nos ha llevado a esta situación el mismo culpable, nuestro “candilito” que no para de subir y bajar intentando estar con todos a la vez; Lola y Arancha nos irán acompañando según sus propias fuerzas.


Aún no han dado las cinco y Almonte sirve para el nuevo despliegue de café, roscos, bocadillos, piononos, agua helada, refrescos; perfectamente organizados en una mesa que los anfitriones (una vez más hay que agradeceros vuestra generosidad) tardan cinco minutos en montar y desmontar. Un poquito de estirar, un ratito de sentarse, ajustarse los zapatos y calcetines, incluso comienzan a aparecer las prendas de abrigo para algunos y, ahora sí, a por el último tramo, ya estamos en tierras de la Señora.

Las arenas almonteñas son el tiempo de intimidad, el cansancio está haciendo mella y son más los silencios que se suceden que los puntuales momentos de algarabía e incluso canto. Sería muy complicado escoger algún momento de toda la noche, pero seguramente en este tramo estarán muchos de mis favoritos, especialmente recuerdo uno de ellos, cuando me quedo un poco retrasado para hacer una fotografía y por tanto sólo, Sebastián y Sebastián ligeramente adelantados y de fondo el remolque del tractor donde Manolo (otra vez) se ha sentado y guitarra en mano llena la noche de notas musicales, sevillanas, rumbas, punteos, Triana, temas alegres, melancólicos, de amor, del Rocío, como no… Un verdadero lujo, con esa música de fondo, con el olor húmedo de los pinares, con ese dolor sordo y constante en todas y/o algunas partes de las piernas, llega un momento en que tu cuerpo se desdobla, uno que camina mecánicamente siguiendo las rodadas para no hundirte y otro que flota junto al primero; es este último el que me interesa ahora, realmente es como si tu mente se independizara del resto para hacer lo que mejor sabemos los hombres: pensar. Piensas en motivaciones, en personas queridas, en los que te gustaría que estuviesen allí contigo, en los que nunca estarán, en que la compañía de la Virgen se siente en las caras de los que se cruzan contigo… bueno explicarlo es muy difícil, incluso para mí que estoy acostumbrado a escribir. Realmente es una experiencia única que se debe vivir, repetirla… quién sabe, pero disfrutarla al menos una vez es mucho más que recomendable.

Entre silencios cómplices y conversaciones cada vez más cortas te llegan las noticias de aquellos que ya han llegado, piernas y corazones jóvenes que nos demuestran el enorme paralelismo entre los dos caminos, el del peregrinar y el de la vida; hay quien la vive rápidamente, otros más pausados, lento pero seguro, a tirones, hay quien no llega a la misma meta; pero cada uno tiene su propio camino y tan sólo él debe realizarlo.
Pasito a pasito, igual que nosotros, por la izquierda el horizonte se va aclarando, la oscuridad atenuada por la luna va mostrando la luminosidad de un sol que toma conciencia de la hora que es, hora de levantarse y calentar los cuerpos del rosario de peregrinos iliplenses. El olor a mar es inconfundible y delata la ya inminente presencia de las marismas, no tardarán en aparecer las primeras casas de la aldea.

Y ¡por fin! La basílica recorta su silueta contra el celeste amanecido, son poco más de las ocho cuando los últimos y valientes caminantes llegan exhaustamente felices. Un  reparador desayuno en comunidad y a las 9:30 nuestro encuentro con La Pastora, en una misa oficiada por nuestro Don Carlos y acompañados de numerosos iliplenses que han llegado en coche así como otros peregrinos de Manzanilla que han elegido la misma madrugada que nosotros.
Se me quedan en el tintero tantas cosas, unas por cansancio, otras voluntariamente, pero no quería dejar pasar estos momentos aún calientes en mis retinas.
Igualmente tampoco es de mi estilo, pero la despedida no puede ser de otra forma, ya que me consta que para quien va dirigido lo apreciarán en su justa medida. Gracias a La Hermandad del Rocío de Niebla, gracias a su Hermano Mayor, gracias a esa maravillosa familia anfitriona, gracias a todos los que habéis permitido que comparta un ratito de camino… Gracias, en definitiva.


Gracias Señora, por el buen camino

5 comentarios:

  1. ROCIO GARCIA OLLERO6 de agosto de 2012, 16:04

    hola amigo pelayo una vez mas me meto en tu blod para decirte que muchas gracia por tus palabras de agradecimiento a la hermandad y a mi familia pero quiero que sepas que quien tiene que dar las gracias es mi familia a ustedes porque una vez mas aveis demostrado lo mucho que apresesiais a mi hijo vuestro candile una vez mas hay aveis estado sus capataces para darle animo y apoyarlo como siempre aveis estado muchisimas gracias pelayo y a la familia breva barba besos de la familia ramos garcia

    ResponderEliminar
  2. pelayo gracias y mil gracias. La verdad el que se sintió alagado e ilusionado porque fuerais acompañandome fui yo que para mi sera la noche de peregrinación mas bonita jamas vivida. un abrazo henorme y de nuevo gracias.


    fd:Manuel Ramos García

    ResponderEliminar
  3. Ambos dos (madre e hijo) lo sabéis: podéis contar con nosotros, con el permiso de Sebastián y Lola me nombro portavoz, para lo que queráis, y si es una noche como la pasada, mejor que mejor.
    Besos

    ResponderEliminar
  4. Pelayo, vuelvo por aquí después de cinco meses de pasotismo total (pero te juro que no de olvido). Ya leeré todo lo que me falta del blog, poquito a poco porque siempre hay mil cosas que hacer pero espero volver a estar por los blogs como antes, la loca de la niebla. Y decirte que, o he entendido mal, o no me puedo creer que hayáis hecho en una noche el camino desde Niebla al Rocío, que eso es muuuuuuucho, por Dios, ya le echáis valor y arrojo. Olé por vosotros.
    Besazos mu apretaos!!!

    ResponderEliminar
  5. ¡¡¡Hola Jana, cuanta alegría!!!
    Verdaderamente es más que gratificante tener noticias tuyas. Las canas que luzco y que me he ganado a pulso me dicen que es importante respetar la opinión de los demás y más importante, si caben, son sus silencios.
    Perdona por no haber contestado antes, pero Orange me ha condenado al ostracismo durante dos semanas que me han parecido años. A tu pregunta la respuesta es Si, de Niebla al Rocío en una noche y con un par de paraditas para reponer fuerzas, es una tradición de hace unos años que se repite todos los veranos. Este año, el Hermano Mayor nos pidió personalmente que le acompañáramos y no pude negarme, aún así he descubierto una experiencia aconsejable, así que anímate y un año lo hacemos juntos.
    Me encantaría volver a llenar ciertos huecos blogeros con tus lecturas, pero como te he dicho, respeto por las decisiones ante todo.
    De todas formas recibe todos los besazos apretaos de estos meses.
    Gracias amiga por escribir.

    ResponderEliminar