"STAT ROSA PRISTINA NOMINE, NOMINA NUDA TENEMUS"

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El blog de Pelayo Castillo Palacios

sábado, 27 de agosto de 2011

BIENVENIDOS A TARTESSOS


            ¡BIENVENIDOS A TARTESSOS! (cartel encontrado en unas excavaciones en Huelva-Cádiz-Sevilla)
            Es la típica broma que en el mundo más escéptico de la Historia se hace cuando se habla de esta parte tan controvertida de nuestro Primer Milenio a.C.
            No quisiera engañar a nadie, motivo por el cual lo primero que haré será posicionarme en este manido debate. Como investigador de la Historia estoy totalmente contra la “Tartesomanía” que se instauró hace ya unas décadas en el occidente andaluz en general y en Huelva en particular. No quiero decir que no existiera, al menos culturalmente; es en el ámbito político-territorial donde tengo serias dudas acerca de su veracidad. Sinceramente no creo que existiese una ciudad, país, imperio o civilización denominado Tartessos, aunque como siempre, investigaciones posteriores podrían dar al traste con la teoría que comparto, sobre todo desde el campo de la Arqueología, ya que por defecto de formación considero ésta como la demostración física de las teorías planteadas por los historiadores.
            Partamos de la base que Tartesos es una denominación que procede de las fuentes clásicas, fundamentalmente griegas (s. VI y V a.C.) y que se refieren a una zona especialmente rica del las tierras más occidentales conocidas del Mediterráneo. También hay quien defiende fuentes bíblicas para el nombre de Tarshis, pero son aún más discutidas.
            Basándose en las citadas fuentes el arqueólogo alemán Adolf Schulten se dedicó durante la década de los 40 del pasado siglo a buscar la mítica ciudad descrita por los clásicos, en cierto modo intentando emular lo que hizo Schliemann con la Troya de Homero, pero en este caso en las arenas de Doñana. Tras el fracaso de Schulten se realiza un congreso en Jerez de la Frontera (1968) donde se intenta restar protagonismo a las fuentes escritas y se aboga por la búsqueda arqueológica de Tartessos, curiosamente los resultados de las posteriores excavaciones dan a conocer un mundo desconocido y nada estudiado hasta entonces en la Península Ibérica, el fenicio. La aparición de cerámicas y objetos decorados y realizados de una forma distinta a la autóctona, además de coincidentes con otras conocidas en el mediterráneo oriental hacen definir un horizonte orientalizante, para el periodo que va aproximadamente desde el siglo IX al VI a.C. Es el momento en el que se supone llega la “civilización” a estas tierras onubenses; griegos y fenicios (especialmente éstos últimos) enseñan a una banda de incultos con taparrabos como extraer minerales, como escribir, como sembrar olivos, como construir, como decorar cerámica, etc., etc., etc. (siéntase toda la carga irónica de la que puedo ser capaz de desarrollar).
            Mi opinión es que sobre un lugar idealizado por mediterráneos orientales se construyó una imagen política del origen “culto” de nuestra España. En una época donde la Historia se utiliza como arma de propaganda política de primer  orden era muy conveniente establecer un origen clásico (y por ende ario) de la cultura española, amén de ubicar un verdadero imperio en tierras peninsulares, a imagen y semejanza de los grandes imperios históricos.
            El fracaso por encontrar el “Imperio Tartésico” hace incluso celebrar el congreso Tartesos 25 años después en Jerez de la Frontera (1993), donde aún no se han conseguido conclusiones definitivas. El verdadero problema está en que algunos “grandes historiadores” se niegan a revisar toda su producción historiográfica, que tantos y pingues beneficios bibliográficos les han aportado (es tan difícil reconocer errores). Imaginad además si tuviésemos que cambiar el nombre de hoteles, autoescuelas, tiendas, camisetas, marcas varias y un largo etcétera que han abogado sin quererlo por un nacionalismo localista mal entendido.
            Perdonad por este “ladrillo” de introducción, pero mi ilusión es conocer la historia de mi pueblo y aún se publican hallazgos tartésicos de Niebla. Evidentemente utilizaré los términos Tartessos  y Orientalizante porque son los que están académicamente establecidos, pero sin más importancia que la de pertenecer a una época muy desconocida por la Arqueología actual y que es necesario denominar de alguna forma para facilitar la periodización de nuestra Historia.
            En próximas entregas os hablaré de la “Niebla tartésica”. Antes de ello os cuelgo la ilustración de una pieza que, en cierta medida, dio origen a ese mundo orientalizante, es el denominado Bronce Carriazo, en honor al profesor de la Universidad de Sevilla que compró la pieza en el rastro y la estudió por primera vez.


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