Hoy
no vamos a caminar, nos sentaremos a la sombra del recorrido (o al
sol si hace fresco) y vamos a explicar porqué nuestro gentilicio es
“iliplense”. Como tantas otras y de forma generalizada, se basa
en el nombre romano de Niebla, ILIPLA. Gentilicio proviene de gens,
gentis
(tribu o familia), en la época romana era importante pertenecer a
una comunidad o ciudad, por eso la mayoría de gentilicios provienen
de esta época, además de ser el origen de la mayor parte de las
fuentes escritas que hoy conocemos.
Voy
a utilizar una serie de diapositivas que realicé cuando en el año
2015 en el club de pensionistas “Raíces” llevamos a cabo una
serie de conferencias / charlas sobre nuestro patrimonio e historia,
quien sabe, igual algún día volvamos a tener la oportunidad.
No
me extenderé demasiado y dejaré que los esquemas interpreten las
distintas teorías, aunque sí os comentaré que no es un campo, el
de la etimología, en el que se ha investigado muy poco desde hace
bastante tiempo.
Sabemos
el nombre romano, pero ¿cómo se llamaba antes? Pues allá van tres
teorías, basadas en el origen de Niebla como ciudad, aunque hoy
sabemos que es más antiguo que el supuesto hace tiempo.
Todas
acabarían en el nombre romano de la ciudad, del que si tenemos
constancia en las monedas que se acuñaron en la propia Ilipla.
La
siguiente evolución es más fonética que las anteriores
(geopolíticas) y el nombre de Niebla fue variando con la
pronunciación de los locales y los geógrafos de cada época.
Como
veis he descartado las dos que no contemplan le denominación del
periodo Visigodo, Elepla.
Como
podemos suponer el último salto del nombre musulmán al cristiano no
fue difícil, llegando a nuestra Niebla actual. Así pues cuando
decimos que somos iliplenses nos cargamos de la misma historia de la
ciudad que nos ha visto nacer, crecer o madurar.
Id
cogiendo fuerza que estamos aún al principio de la visita.
Pelayo Castillo y Antonio Bonilla.
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