"STAT ROSA PRISTINA NOMINE, NOMINA NUDA TENEMUS"

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El blog de Pelayo Castillo Palacios

lunes, 6 de julio de 2020

ROBERT DUNDAS MURRAY, PARTE III, TESOROS ENCONTRADOS



Las antiguas riquezas y tesoros de Niebla

El viajero comenta que su guía le habló de las antiguas riquezas del pueblo, de tesoros de oro y otros hallazgos descubiertos dentro de la muralla. Medita Murray sobre la verosimilitud de estas historias.
"De camino al pueblo, y mientras recorría sus silenciosas calles, Juanito, para convencerme de las antiguas riquezas del lugar, en varios momentos se dedicó a ofrecerme minuciosas descripciones de tesoros de oro, y de no sé qué más, que recientemente habían sido descubiertos dentro de sus murallas. Historias de este tipo son tan frecuentes en boca de la gente sencilla de España que yo rara vez les presto atención; pero en esta ocasión, no sé qué fue lo que me hizo pensar que su relato podía ser muy probable".

Plaza de Santa María. Grabado de la Ilustración. Año 1890

Casas muretes.

El viajero comienza su particular búsqueda de tesoros enterrados. Entra en una casa que antiguamente había formado parte de las fortificaciones del castillo, una de las viviendas situadas en los muretes.
El pensamiento me vino a la cabeza justo cuando estábamos ante una casa que tenía rasgos evidentes de haber sido parte de las antiguas fortificaciones; y como siempre se debe empezar por algún sitio, ¿Qué lugar, pensé, tan apropiado como este, para conocer algo de los tesoros enterrados por sus antiguos propietarios?

La casa por dentro

El guía emplea los formalismos usados por costumbre para entrar en la vivienda, “Dios guarde a Usted, y halla la respuesta usual "Pase usted adelante”. El viajero describe el interior de la casa murete. Una mujer contesta a las preguntas de Murray que quería localizar la casa de “Antonio el Cojo", supuesto "marchante" de objetos patrimoniales hallados en Niebla. Por lo que se deduce que el inglés ya sabía de su existencia y venía con la intención de entrevistarse con él.
Al “Dios guarde a Usted” de Juanito le respondieron con el acostumbrado “Pase usted adelante”. Atravesando el umbral de la puerta me encontré debajo de una especie de cúpula, por la que la luz penetraba por una apertura abierta en todo lo alto; la única persona que había allí era una mujer que paró de tejer mientras contestaba a mis preguntas. Yo tenía intención de ir a la casa de “Antonio el Cojo”.
Arrabal. Grabado de la Ilustración. Año 1890
Buscando a Antonio "el Cojo"

La mujer le describe tan detalladamente el camino hacia la casa de Antonio el Cojo que dejo desconcertado  al viajero, fue su guía el que se entera del recorrido y el que lo condujo a esa dirección.

Llamaron a la puerta y la negruzca esposa, que misteriosamente abre una ventanilla,  les informa de la ausencia del dueño de la casa, Antonio se encuentra de viaje. Además les dice que había entregado sus tesoros a un amigo de Moguer. La mujer les habla del cura como posible poseedor de monedas antiguas y reliquias del pasado.

descendientes de negros en Gibraleón, años 50 del sigo XX (LARREA PALACÍN). Niebla, como publicamos en este mismo blog, era otro de los focos de población "parda" o "morena" de la provincia

“¿Quién es?” fue la respuesta a la llamada a la puerta de Juanito, quien, en aquél momento ya estaba muy entusiasmado con el tema de la búsqueda arqueológica y aporreó la puerta como si se tratara de un asunto de vida o muerte lo que nos había llevado hasta allí. “Gente de paz” contestamos. Una vez que se aseguraron de esto se abrió una ventanilla en la puerta, –o mejor dicho, la abrió justo lo necesario para permitirle a la negruzca esposa de Antonio reconocer a las personas que con tanta impaciencia había llamado que casi echan a bajo los goznes de la puerta. La información que nos proporcionó fue muy poco satisfactoria; el dueño de la casa estaba ausente de viaje, y además, le había entregado sus tesoros a un amigo que estaba en Moguer. Como última esperanza, pregunté si allí podríamos encontrar a cualquier otro virtuoso; y después de pensarlo durante un momento, nuestra atezada amiga contestó que lo más probable era que el cura pudiese poseer algunas monedas antiguas y otras reliquias del pasado.

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