Aunque
fue el sábado, hasta ahora no me he podido sentar al ordenador para hablar de
un magnífico día otoñal de pueblo.
Sabemos
de la importancia histórica de Niebla, su reino y condado, la exclusividad de
las murallas y el castillo, el Tinto, etc. etc. Pero ¿y sus gentes?, es
precisamente de ellos, de los referentes amigos que convierten un día
cualquiera en toda una jornada inolvidable de los que quiero hablar.
Fue un
sábado de deudas pendientes, más concretamente de compromisos aplazados, además
con la feliz coincidencia de que mis dos “contertulios” fraguaron nuestra mutua
amistad en el mismo ámbito cofrade de la Semana Santa iliplense.
Por
la mañana sesión de fotografías inéditas en el ordenador de las que espero
aprovecharme, al menos de un buen puñado de obras de arte. Todo amenizado con
un rioja, tortilla de espárragos de las últimas lluvias y pimientos caseros, encurtidos
en vinagre, entre otras viandas. A diferencia que en otras ocasiones nos
limitamos a departir intrascendentemente, sin querer “solucionar el mundo”, con
apenas mención al proyecto compostelano que queremos poner en marcha. En
definitiva, esa hospitalidad de pueblo que tanto se ha perdido y que estrecha
lazos como no harán nunca blogs, Facebook o twiters.
Por
la tarde mi primera cita con las setas. Igual que el año pasado las primeras
setas de chopo de la temporada han servido para un par de revueltos espectacularmente
sabrosos, el sábado pasado acompañado por mi mentor cofrade, gracias a él os
puedo colgar algunas de las fotos. Este año, quizás por la suerte del novato la
carga ha sido notable, unos cuantos de kilos que nos hacen pasar el mal trago
gastronómico de la Feria pasada por agua. Paseo por el campo, perro, niños y
fotografía; algún espárrago y otras basuras, todo hay que decirlo, ya que
siempre hay quien te devuelve a la supuesta civilización a base de litronas y
envases vacíos ¡hay que ser guarro!
Como
veis un simple día, con dos citas “de pueblo”. Son los valores que me hacen disfrutar
especialmente de mis raices, son los que les quiero inculcar a mis hijos: la conversación,
compartir el esfuerzo y su fruto, el contacto con la naturaleza, el olor a
tierra mojada y los arañazos de las zarzas. Todo a cinco minutos escasos de
Niebla, ¡no me digáis que no es un lujo!
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