A
veces las coincidencias te hacen reflexionar, un deporte que practicamos
bastante menos de lo que deberíamos; vivimos unos tiempos de prisas, ajetreos y
productividad feroz que bloquean cualquier intento de “perder el tiempo
pensando”. No obstante he decidido desperdiciar un poco del mío que, al fin y
al cabo, es de las pocas cosas que me quedan en propiedad.
Repasando
la “Historia del pensamiento político y social contemporáneo” hemos releído a
Rousseau, sobretodo levantó cierto debate su planteamiento de que “el hombre es
bueno por naturaleza, son sus circunstancias culturales, históricas, sociales,
etc. las que lo van haciendo malo y es lo que se debería corregir”. Más o menos
es un planteamiento que parte de una bondad intrínseca del ser humano, del “buen
salvaje”, o alguien que si no tuviese influencias externas sería generoso,
bienintencionado, social, ecologista, sincero, y todos los etcéteras que en un
idílico mundo pudiésemos imaginar.
El
planteamiento roussoniano ya nos da que pensar, ¿somos buenos o malos
genéticamente”.
Por
otra parte ayer comencé un nuevo libro de esparcimiento, esos que cuelgo en el
blog bajo el título “actualmente en mi mesilla”; como podéis observar es de uno
de mis autores favoritos, Alberto Vázquez Figueroa, quien oscila de las novelas
de aventuras, viajes y lugares exóticos a otras de denuncia social; la que
estoy leyendo es de éstas últimas y, como suelo hacer con todo lo que leo, voy
subrayando frases o párrafos que me interesan especialmente. Os cuelgo lo
último para que, si os apetece, le deis algunas vueltas al coco:
Existe Un tiempo para amar a los seres
humanos, otro para confiar en los seres humanos y un tercero para decepcionarse
con los seres humanos, pero por desgracia son tiempos que siempre avanzan en idéntico
orden.
Coincidencias
filosóficas a las que sacarle provecho
Yo pienso que la diferencia de conciencia y no de edad, mas la gran y cada vez mayor diversidad y población de personas, hacen que nos cuestionemos como seres humanos buenos o malos y sus comienzos. Pero es el miedo que lleva cada persona dentro y que tan fácil es manipular, el que generalmente nos frena y nos hace cuestionar lo que un niño pequeño parece dominar.No somos malos hasta que creemos que lo han sido con cada uno de nosotros.Al igual que pensamos en que alguien es bueno justo cuando ha sido bueno con nosotros. La leona alimenta a su manada con la cría de la cebra. Somos animales con el poder de razonar.La mítica balanza que todos hablan y pocos razonan. La empatía es lo que nos salva, y lo que debe predominar.
ResponderEliminarSegún yo lo veo estriba en si el hombre es intrínsecamente bueno o malo, es decir, hagamos lo que hagamos vamos a ser bondadosos/egoístas, arteros/ingenuos, competitivos/un equipo, o cualquier dualidad que se nos ocurra; pero a la que idefectiblemente estamos abocados, o, por otro lado nacemos inocentes y "virginales" pero la sociedad en la que nos vemos inmersos nos moldea según coyunturas puntuales o conductas aprendidas con el paso de los siglos. La comparativa de la cebra está muy bien, pero la leona tan sólo mata la cantidad necesaria par alimentar su prole, el hombre llega a matar simplemente por divertimento... una gran diferencia.
EliminarRousseau como buen filósofo idealista y que además confiaba en la bondad natural del hombre planteaba que la sociedad necesitaba un buen gobierno que evitase la corrupción de la mente, visto lo visto hemos llegado a unos niveles de gobierno que se vislumbran como los verdaderos corruptores del ser humano.
Gracias por comentar
Un saludo