Tradicionalmente
se ha considerado a los romanos como grandes arquitectos y constructores y no
es una afirmación nada equivocada. En este artículo tocaremos un aspecto
fundamental en la edilicia y el urbanismo romano y que tienen reflejo en
nuestra Ilipla.
El
agua, como elemento fundamental para la vida, especialmente la urbana es una
necesidad que condiciona la ubicación y en muchos casos el mismo trazado urbano
de las ciudades romanas. Básicamente tendríamos tres procesos, el de captación,
el transporte hasta la ciudad y por último su distribución por la misma.
Los
romanos buscaban limpieza y pureza máxima en el agua, normalmente aprovechaban
manantiales, fuentes y otros afloramientos naturales que podían ser incluso
embalsados para abastecer el consumo urbano, es lo que se denomina
genéricamente Caput aquae. En esta
búsqueda de pureza incluso se establecían sistemas de decantación y filtrado
inicial en unas piscinas. En el caso de Niebla esta captación podría situarse
en la zona de la Bienvenida, hacia el norte, dirección Valverde (LUZÓN, 1975).
En
cuanto a su transporte, se utilizan los aquae
ductus. Hay que tener en cuenta que solemos identificar como acueductos las
estructuras elevadas a base de arcos y que rompen el paisaje, pero para un
romano se refería a cualquier tipo de conducción de agua desde su captación
hasta la ciudad, de hecho, se pueden conducir por galerías subterráneas,
canales cubiertos, tuberías grandes de piedra, etc. La premisa fundamental de
estos acueductos es la de aprovechar la fuerza de la gravedad, se busca una
diferencia de nivel entre el caput aquae y el depósito de almacenaje en la
ciudad (castellum aquae), de forma
que llegue con la suficiente presión como para ser redistribuida.
Nuestro
acueducto iliplense es el denominado Boca
del Lobo y que podemos ver aún en la carretera de Niebla a Lavapiés,
aproximadamente en el km. 4, justo al bajar la cuesta. Realmente lo que podemos
ver es el arranque de uno de los puentes sobre los que se montaba el rivus o canal de conducción. Por la técnica
constructiva, a base de opus incertum, sin ningún tipo de ladrillo, se lo ha
fechado en la época de Augusto o Tiberio, en el siglo I d.C. a principios del
Imperio (CAMPOS, GÓMEZ y PÉREZ, 2006).
Más
al norte, en el paraje de Lavapiés existen restos romanos que podrían
corresponder a un aljibe o depósito intermedio para regularización de presión,
limpieza, distribución, etc. del agua.
(fotografía de Huelvapedia)
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